Latinoamérica, bajo presión
Las economías de Iberoamérica, pendientes de la evolución en Brasil, consumen sus reservas en la defensa de sus monedas mientras suben los tipos de interés
El financiero George Soros ha advertido sobre el riesgo de "desintegración del sistema capitalista mundial" y ha colocado a Brasil y Argentina entre los países latinoamericanos en más grave riesgo ante los ataques especulativos. Por el escenario de la advertencia -la Cámara de Representantes estadounidense- y la personalidad de su autor -el mayor terrateniente y principal inversor en bienes inmuebles en Argentina-, el lúgubre pronóstico de Soros, "hay un pánico general en América Latina", no ha pasado desapercibido en Buenos Aires. La crisis amenaza a todos.Argentina. El Gobierno argentino apura sus gestiones para obtener préstamos de los organismos multilaterales y de las administradores de fondos de jubilaciones y pensiones por 855.000 millones de pesetas para cubrir las necesidades de financiación de los próximos seis meses. Se trata de un fondo anticrisis, para evitar buscar fondos en el mercado de capitales, con dinero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional (FMI). El Eximbank japonés también participa en las negociaciones. Paralelamente, el Gobierno ya ha decidido, dentro de su plan de austeridad, congelar jubilaciones, pensiones y salarios de los funcionarios.
El banco de inversiones Goldman Sachs ha recortado en tres puntos el pronóstico de crecimiento del PIB argentino para el año próximo, de un 6,5% a un 3,5% (el Gobierno baraja la cifra de 4,8%). La previsión para el conjunto de América Latina ha quedado reducida al 1,1% desde el 4,5% anterior.
La crisis ha tenido un doble impacto en Argentina, real y financiero. El primero ha provocado una caída en los precios de los artículos de consumo debido a una menor demanda externa, y ha tenido un efecto riqueza negativo por la caída bursátil. El financiero se ha traducido en un aumento de la calificación país-riesgo y la salida de capitales especulativos.
Una reciente encuesta entre 20 de los empresarios más destacados de Argentina ha puesto de relieve la opinión unánime de que la crisis actual es peor que la del tequila de 1994-95, asociada a la tormenta financiera mexicana, pero que el país está mejor preparado. El modelo económico, con la covertibilidad peso-dólar como piedra angular, se presenta como intocable. Argentina tiene altas reservas y depósitos (3,75 billones de pesetas) y un sistema financiero sólido, coinciden los hombres de negocios. Aunque pocos cuestionan el modelo, Argentina pasará de aquí a fin de año un duro examen para las empresas privadas, ya que vencen 500.000 millones de pesetas en bonos privados, que deben ser refinanciados con plazos más cortos y con intereses más altos.
La gran preocupación de políticos y empresarios se llama Brasil. Una devaluación del real tendría consecuencias imprevisibles para la moneda argentina. De momento, algunas empresas, como en el sector automotriz, han reprogramado la producción por la caída de la demanda.
Venezuela. La bajada del precio del petróleo unida a la incertidumbre electoral ha sumido al país en su peor crisis en 40 años, informa Ludmila Vinogradoff. En lo que va de año, el país ha perdido más de un billón de pesetas en ingresos del petróleo (7% del PIB) y cerca de 720.000 millones en ingresos fiscales.
Pese a los rumores y presiones sobre la posibilidad de una devaluación de la moneda y un control del cambio para detener la sangría de divisas -los economistas estiman que el bolívar está sobrevaluado entre un 27% y un 40%-, el Gobierno insiste en mantener el sistema de bandas cambiarias con una fluctuación del 7%. Los elevados tipos de interés, que oscilan entre un 80% y un 100%, están estrangulando la economía. Miles de pequeñas y medianas empresas se han visto obligadas a cerrar, lo que ha causado una desocupación del 55%.
Las reservas han mermado de 2,45 billones de pesetas en enero pasado a 1,99 billones, y la fuga de capitales (500.000 millones) no se detiene a causa de la desconfianza en la política del Gobierno, en la recta final de su mandato, y por el temor al populismo que genera la candidatura del ex-militar golpista Hugo Chávez para las elecciones del próximo 6 de diciembre.
Chile. En este país, la población acata los llamamientos a la moderación y ha empezado a comprobar que ya pasó el periodo de los "años dorados", que han dado en los últimos 14 años una tasa promedio de crecimiento del 6,5%, informa Manuel Délano. Los créditos de consumo son un tercio de lo que eran a principios de año, las ventas del comercio caen, y la minería, la construcción y la industria ajustan plantillas.
Chile sufrió el primer golpe con la crisis asiática, región a la que orienta casi un tercio de las exportaciones. La recesión japonesa y la baja del precio de los principales productos que vende en el exterior -cobre, celulosa y productos del mar- desencadenaron una presión alcista del dólar, cuyo precio defendió el Banco Central a base de fundir reservas. El déficit comercial alcanza los 446.400 millones de pesetas previstos para este año, y la cuenta corriente arroja un saldo negativo de 300.000 millones de pesetas. "Nuestro país es 230.000 millones más pobre como consecuencia de factores externos", ha dicho el presidente del Banco Central, Carlos Massad.
El Ministerio de Hacienda y el Banco Central han actuado coordinados ante la emergencia: a finales de junio anunciaron recortes del gasto público, la suspensión de la compra de aviones de combate y una modificación de la banda cambiaria en que oscilaba el dólar, que implicó una minidevaluación del peso. Desde octubre pasado hasta la fecha, las reservas han caído en más de 720.000 millones de pesetas.
Pese al impacto de las turbulencias financieras, Chile ocupa todavía una buena posición en el maltrecho panorama económico de América Latina. Standard & Poors acaba de colocar al sistema financiero de Chile a la cabeza de un ranking de solidez en el hemisferio.
Uruguay. El reducido tamaño de su mercado -tres millones de habitantes- ha permitido a Uruguay zafarse, de momento, de la crisis. Revolotea la incertidumbre por el temor a una devaluación del peso argentino y el real brasileño, que obligue a una devaluación del peso uruguayo y, en consecuencia, signifique una reducción drástica de las compras de productos uruguayos, informa Pablo Fernando.
La economía uruguaya está vinculada a los dos gigantes del Mercosur, donde coloca más de la mitad de sus exportaciones (el 54% en el primer semestre de 1998), y de donde importa casi la mitad de sus productos extranjeros (el 44% en el mismo lapso). Las exportaciones al resto del mundo se han resentido por la crisis asiática, especialmente en lo que concierne a la lana. Las devaluaciones monetarias del sureste asiático restaron competitividad a la lana uruguaya en el mercado internacional. El déficit comercial, de 61.000 millones de pesetas en la primera mitad del año, ha crecido un 4,2%.
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