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EL 'CASO LEWINSKY'

Los estadounidenses sólo quieren del Congreso una severa reprimenda moral

Una mayoría de norteamericanos, a tenor de todas las encuestas efectuadas tras la difusión del informe Starr, desea que el Congreso de Estados Unidos exprese su condena colectiva a Bill Clinton y le aplique una severa reprimenda moral por el caso Lewinsky, pero no que le destituya. El buen estado de la economía norteamericana sigue jugando a favor del presidente, cuyo trabajo político es aprobado por porcentajes semejantes a los de antes de la lectura universal del informe, aunque su imagen personal sufre una clara erosión.

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El coro de voces que piden a Clinton la dimisión sigue, sin embargo, creciendo. Ayer USA Today, cuya difusión es de 2,2 millones de ejemplares, fue el primer gran diario nacional que le dijo al presidente que debe abandonar la Casa Blanca por decisión propia, una posición que el domingo ya adoptaron una treintena de rotativos locales. "El momento para irse no es tras meses de permanente humillación nacional, sino ahora", dijo el editorial de ese periódico. El mecanismo puesto en marcha por Starr al presentar al Congreso sus acusaciones sigue, entretanto, en marcha. El Comité de Asuntos Judiciales, según informaron ayer fuentes de su mayoría republicana, va a intentar emitir una primera opinión sobre el informe del fiscal independiente antes de que el Congreso se disuelva a mediados de octubre para dar paso a las elecciones legislativas de noviembre. Ese primer paso preceptivo consiste en decidir si las acusaciones de Starr son sólidas y merecen ser admitidas a trámite. Si lo son, el comité decidirá realizar una investigación propia.El comité, según las fuentes republicanas, se inclina ahora por dar una respuesta afirmativa al primer dilema que se le plantea: la aceptación a trámite de las acusaciones de perjurio, obstrucción a la justicia, coacción de testigos y abuso de poder. La legislatura, que termina en principio el 9 de octubre, podría ser incluso ampliada unos días para darle tiempo a concluir este trabajo preliminar. La investigación en sí sólo podría comenzar en enero, una vez constituido el nuevo Congreso, y la Casa Blanca confía en que entonces la opinión pública esté aún más hastiada del caso Lewinsky de lo que lo está ahora.

La opinión pública, el jurado del que Clinton espera una absolución o condena pequeña que enfríe los ánimos de los congresistas partidarios de la destitución, sigue confusa e indecisa.

El 57% de los norteamericanos, según la encuesta de la cadena ABC y el diario The Washington Post difundida ayer, cree que el presidente merece una censura del Congreso por el caso Lewinsky. En el de USA Today, CNN y Gallup el porcentaje de los partidarios de ese castigo simbólico es el 60%. Esos y otros sondeos, no obstante, señalan que dos de cada tres norteamericanos se oponen a la destitución y tres de cada cinco a la dimisión. La aprobación del "trabajo profesional" del presidente sigue situándose entre el 59% y el 64%, pero entre el 54% y el 77% de sus compatriotas afirman que tiene una "mala opinión" de él como persona.

Los norteamericanos han terminado haciéndose a la idea de que su presidente es un hombre que corre muchos riesgos personales en su vida privada, pero que cuando es descubierto no los admite. En su juventud fumó marihuana, pero de adulto dijo que no se había tragado el humo; consiguió escapar a la guerra de Vietnam, pero cuando se presentó a las elecciones no tuvo el coraje de declarar que ése fue un conflicto injusto; tuvo como gobernador de Arkansas una larga relación con Gennifer Flowers, pero la desmintió junto a Hillary en la campaña de 1992, y ahora acepta haber sostenido "relaciones inadecuadas" con Lewinsky, pero sigue sin reconocer que fueron de naturaleza sexual.

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[Otro supuesto escándalo del presidente se destapó ayer en unas imágenes difundidas por la cadena de televisión Fox, en las que Clinton invita a una joven a entrar en la misma sala anexa al Despacho Oval en la que se produjeron algunos de sus encuentros sexuales con Monica Lewisnky, según informa France Presse. En el vídeo, la muchacha y el presidente aparecen haciendo footing junto con otras personas. Ya en el Despacho Oval, la joven le seca el sudor a Clinton con un pañuelo antes de que éste la invite a pasar a su despacho privado mientras el resto de los deportistas les deja a solas.]

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