Tiene mérito
El Teatro Calderón ha abierto con Aida su temporada de ópera. Dentro de unas semanas el Teatro Real iniciará la suya con el mismo título. No es cuestión de comparaciones: las diferencias de medios con que operan uno y otro son inmensas, pero es curiosa y un poco morbosa la coincidencia .
El teatro dirigido por José Luis Moreno presenta un programa de 22 óperas para este curso, entre las que se encuentran nada menos que nueve verdis, del calibre de Don Carlos, Otello, El Trovador, La Traviata, Rigoletto, La fuerza del destino, Un baile de máscaras, Falstaf fy Aida. Nadie les podrá negar audacia y hasta osadía, siendo como es Verdi uno de los autores en que la mayoría de los teatros naufragan. Pues bien, el Calderón, sin grandes alharacas, consigue al menos en Aida una representación discreta musicalmente y convencional al máximo desde el punto de vista escénico. Tiene mérito.
Aida
EE UU, 1971 (98 m.). Dir.: Paul Bogart. Int.: James Garner, Lou Gosset, Susan Clark, Brenda Sykes.
De Verdi
Director artístico: José Luis Moreno. Director musical: Tulio Gagliardo. Con: A. Valdetarra (Aida), T DemurishgiIi (Amneris), A. R. Romanenco, O. Anastassof (Ramfis) e I. Pons (Amonasro). Teatro Calderón. 11 de septiembre.
En los círculos operísticos madrileños nadie daba un duro por José Luis Moreno. ¿Qué diablos hacía en el mundo de la ópera este famoso ventrílocuo y presentador de televisión? Se decía. Con el paso del tiempo, el Calderón ha atraído a la ópera un tipo de público absolutamente diferente al del Real, con menores niveles de exigencia pero más espontáneo. Los caminos paralelos en raras ocasiones son desdeñables.
Tópicos
En la versión escénica de Aida se dieron cita todos los tópicos imaginables: profusión de dorados en el vestuario; abundantes plumas o figurantes negros; disposición geométrica en las grandes escenas; una banal coreografía por cinco bailarinas y algún chico, muy cercana en su concepción a la estética de plató televisivo; cantantes que actuaban a su aire en el estilo teatralmente más antiguo. Para muchos la ópera es esto, un puro kitsch. José Luis Moreno y su público lo saben, y precisamente en ese enfoque han encontrado la clave de una atracción. No engañan a nadie.
La gran baza de José Luis Moreno está (o puede estar) en las voces. Jóvenes, la mayoría de ellas proceden de países del Este. Son más baratas y, en general, poseen buena materia prima, aunque sean rudas técnicamente. Tienen carácter aunque sin grandes matizaciones estilísticas. El tenor georgiano, por ejemplo, acusó la presión escénica en una desafortunada Celeste Aida, pero hizo un más que notable dúo en el acto tercero, con el personaje de Aida; ésta, italiana (la excepción), de técnica más depurada que el resto y con habilidad para modular expresivamente, estuvo solvente en el dúo del segundo acto con Amneris y en sus intervenciones en solitario. Amneris (búlgara) cautivó por su coraje en escena.
Babelia
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