La casa solar de los Ipenarrieta
En la ladera del monte Irimo se alza el palacio de esta familia, vinculada con la monarquía de los Austrias
Por encima de la conurbación de Urretxu y Zumarraga, con esa distancia que dan sólo los trabajos bien hechos, la casa solar de los Ipenarrieta (o Ipeñarrieta o Ipiñarrieta, que de las tres maneras está documentado el apellido) domina el ajetreo de estos dos núcleos fabriles guipuzcoanos. Hoy día, una atareada familia se encarga de seguir manteniendo en pie este coloso de 575 metros cuadrados de planta, construido con sillería traída en carros de bueyes desde Zumaia, pero tiempos hubo, cuando los Ipenarrieta gozaban de influencia en la corte, en que no se reparaba en gastos para mantener los lujos de este palacio renacentista. La altura de los modernos edificios de viviendas que inundan Urretxu y también Zumarraga impide apreciar desde el centro de estas localidades la envergadura de la casa palacio de los Ipenarrieta, verdadera muestra del poderío de esta familia de Urretxu, localidad de donde provienen los primeros datos sobre esta estirpe, desde siempre vinculada con la monarquía de los Austrias. Hasta no hace mucho, Urretxu era conocida como Villarreal de Urrechua, lo que da idea de la relación con las monarquías españolas de esta localidad. Lazos que pudieran venir, quizás, de estos Ipenarrieta, que se remontan a un tal Ochoa de Ipenarrieta, quien figura como regidor de la villa en 1473. No le debió ir mal a este ancestro porque ya su bisnieto Martín de Ipenarrieta despunta en la carrera eclesiástica con el cargo de clérigo abad de Santillana, no sin algún que otro percance, tal y como recogen Manuel Urkola y Ángel Cruz de Jaka en su interesante volumen Historia de los Ipenarrieta y de sus casas palacio. La libertad de Cervantes El hermano de Martín de Ipenarrieta, Domingo, optó por la carrera jurídica. Y éste también acabó alcanzando algo de fama, aunque fuera a costa de Miguel de Cervantes. El autor de El Quijote, como siempre metido en algún lío, andaba en esta ocasión defendiendo el honor de su sobrina que había sido mancillada sin que nadie pusiera remedio. A cuenta de esta intercesión, tan caballeresca como las de su personaje, Cervantes acabó en prisión, de donde salió gracias a la orden de excarcelación que firmó Domingo de Ipenarrieta, quien de este modo ingresaba de forma indirecta en el exiguo capítulo de los inmortales. Pero fue el tercero de los bisnietos de aquel Ochoa de Ipenarrieta, que se llamaba Cristóbal, quien mandó construir la casa palacio, que ha sobrevivido a tantas guerras como ha visto Urretxu desde aquel final del siglo XVI. Cristóbal de Ipenarrieta fue secretario de Felipe II. La intimidad con el monarca llegó también a su pintor preferido: como muestra, ahí han quedado esos retratos que se exhiben en el Prado de su esposa doña Antonia de Ipenarrieta y Galdós y del segundo marido de ésta, don Diego del Corral y Arellano. El traslado a la Corte de los Ipenarrieta no supuso el abandono de este palacio. El cortesano de los Austrias había invertido mucho en él como para dejarlo de lado: desde la piedra traída expresamente desde Zumaia hasta la consolidación de la muralla que aparece hoy sin parte de su paramento, reutilizado en otras obras posteriores. Y no sólo se había empleado a fondo en la construcción del palacio. También había cuidado con detalle la decoración interior, que debía estar a la altura de las personalidades que más de una vez se alojaron entre sus muros. Así que para cuando su hijo, Pedro de Ipenarrieta (que no consta como nacido en Urretxu, por lo que se deduce que vino al mundo en la Corte de los Austrias), se hace con el palacio, éste ya es una construcción asentada, que puede alojar, por ejemplo, a la princesa Ana de Austria, hija de Felipe III, en su camino a la isla de los Faisanes, en la desembocadura del Bidasoa, donde iba a ser entregada a la monarquía francesa para contraer matrimonio con Luis XIII. En aquella ocasión, los dispendios que realizaron los guipuzcoanos para atender al Rey y a la joven contrayente (tenía 14 años, como su futuro esposo) fueron de escándalo. Había que agasajar a la princesa y a su escolta, que estaba formada por 190 carrozas, 74 coches, 74 literas, 2.750 mulas de silla, 2.000 machos de carga y el personal correspondiente. El 2 de noviembre de 1617 se alojaron en el palacio de Ipenarrieta, ya que Pedro era caballero mayor del Rey y miembro de la Orden de Calatrava y por ello tenía obligación de hospedar al monarca y a su séquito, si éstos se encontraban de paso por sus tierras. Ésta no fue la última ocasión en la que este palacio de Urretxu alojó a regios personajes, pero las siguientes serían menos llamativas y, sobre todo, ya no estarían organizadas por los Ipenarrieta. La vinculación de la familia con la tierra se va haciendo cada vez más débil hasta que un siglo más tarde la casa pasa a propiedad de la familia Izaguirre. Pero la ubicación privilegiada del palacio, a la sombra del monte Irimo, cerca de la popular ermita de Santa Bárbara, y con una amplia vista sobre todo el valle, todavía le deparará más aventuras a lo largo de los siglos. Encontrándose como se encuentra al otro lado de Bergara, los conflictos carlistas tuvieron importantes episodios en la casa de Ipenarrieta, así como la anterior guerra de la Independencia. Esplendor y decadencia Ya en tiempos de paz, y en esta ocasión a cuenta de la propietaria de entonces, la quinta marquesa de Narros, doña Josefa Corral y Sualbes, se alojó en Ipenarrieta la reina Isabel II. La fiesta debió ser de las que dan que hablar, con el palacio adornado con banderas y estandartes. Todavía se recuerda la escena de la reina tocando el piano ante su séquito, en el que se encontraban importantes prohombres de la época como Narváez o Prim. La casa entró a partir de entonces en franca decadencia, hasta que hace unos 45 años la adquirieron sus actuales propietarios. Se trata de una familia de ganaderos que vive en una parte del palacio, en el que invierten siempre que les es posible para que continúe manteniendo su imponente presencia en mitad de la ladera del Irimo. A pesar de este cambio de uso, el palacio no ha perdido aquel magnetismo con el que lo diseñó Cristóbal de Ipenarrieta y continúa dominando, por encima de sus casas de pisos y sus fábricas, Urretxu y Zumarraga.
Datos prácticos
Cómo llegar: La casa solar de los Ipenarrieta se encuentra en la ladera del monte Irimo, en la localidad guipuzcoana de Urretxu. Desde San Sebastián, se toma la N-I para desviarse en Beasain por la GI-632 hasta Zumarraga y de ahí a a Urretxu. Desde Bilbao, hay que tomar la A-8 o la N-634 hasta Eibar, desde donde se llega a Bergara por la GI-627 y de esta localidad a Urretxu por la GI-632. Desde Vitoria, también hay que llegar hasta Bergara, por la N-240 y la GI-627. Alojamiento: En Zumarraga se encuentra el hotel Etxeberri, (tel. 943 721211). Cerca, en Antzuola, hay una casa de agroturismo, Ibarre (943 766310). Ya en Oñati, se puede acudir a otras dos: Enparantza (943 782152) y Arregi (943 780824). Comer: En Urretxu hay varios restaurantes, como el Aizlarra (943 724140), el Etxeazpi (943 725165) o el que lleva el nombre de la casa torre, Ipiñarrieta (943 721920). Ya en Zumarraga se puede acudir, además de al citado Etxeberri, al Ezkiotarra (943 720160), al Aranzabal (943 721898), al Iburreta (943 720819) o al Melitón (943 721119).
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