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"El Gobierno ha trabajado mucho para encarcelarnos"

Miguel González

"Cuando esta tarde se cierren las puertas de Guadalajara, mi situación cambiará bruscamente. Allí dentro te desligas del mundo exterior, porque ya no puedes participar en él, y tampoco hace falta que te preocupes de lo que vas a hacer en los próximos días. Eso, en parte, es un alivio". Rafael Vera, 53 años, ha pasado sus últimas horas de libertad en medio de una vorágine. Despidiéndose de la familia, los correligionarios y amigos, atendiendo a los medios de comunicación, continuamente interrumpido por las llamadas de un teléfono móvil que ya no contesta más. Faltan sólo cuatro horas para que cruce el umbral de la prisión donde debe cumplir la pena de 10 años que le impuso el Supremo por el secuestro de Segundo Marey y en apariencia sigue tan entero como siempre: la misma pasión fría, la misma firmeza fibrosa que sólo se quiebra cuando habla de su hija de siete años, a la que no será fácil contentar con la mentira piadosa que ha inventado para justificar su forzada ausencia. "Me cuesta hablar de ello porque es una parcela de intimidad muy especial. Mi relación con mi hija es muy distinta a la que en su día tuve con mis dos hijos, el que falleció y el que ahora tiene 27 años y es ya un hombre. Yo juego con ella el papel de padre y abuelo a la vez y me sobrepasan muchas veces los sentimientos. Será quizá fruto de una mala conciencia, por no haber prestado atención suficiente en un momento en que mis hijos necesitaban un compromiso muy fuerte de su padre y no lo tuvieron porque mi compromiso estaba en otro lado...y eso tiene mucho que ver con todo lo que ahora estoy pasando.""La coartada de la ocasión anterior, cuando estuve cinco meses en prisión preventiva en Alcalá-Meco, fue decirle que me iba de viaje a México. Con el tiempo he observado que eso de México no lo ve bien, los niños son tremendamente agudos y perciben las cosas con mucha más claridad de lo que creemos. El truco ése ya está quemado, así que he cambiado de destino. En esta ocasión, viajo a Sevilla. Será por aquello de que quien va a Sevilla..."

Pregunta. ¿Qué le parece que miles de personas les acompañen hasta las puertas de la cárcel?

Respuesta. No puedo más que agradecerlo. Es infinitamente mucho más satisfactorio entrar en un sitio como el que vamos a entrar con ese apoyo y esas manifestaciones de cariño y solidaridad que en la más absoluta de las soledades, porque es pasar de una soledad a otra.

P. ¿Acudirá su mujer?

R. Aún no lo hemos decidido, pero le diré que tenemos un pacto: mientras aguante el cuerpo, no quiero que me visite allí.

P. Haber estado ya en la cárcel, ¿le permite afrontar este trance con más tranquilidad?

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R. Sí. Y me preocupa, porque sólo puede indicar que me he endurecido en exceso.

P. ¿Qué lleva en su bolsa?

R. En la cárcel no necesitas gran cosa: una radio, unos libros y un ordenador portátil porque, aunque a nuestra generación le ha costado entrar en la informática, en los últimos tiempos me he ido aficionando. Los libros los ha elegido mi hijo: algunas novelas de aventuras y policiacas, el último libro de Leguina, y Las tres Españas del 36 de Paul Preston, que no he tenido tiempo de acabar...seguro que en la prisión podré hacerlo.

P. El Mundo publicó recientemente una encuesta según la cual la mayoría de los españoles son partidarios de que usted y Barrionuevo vayan a la cárcel.

R. Yo no leo El Mundo, pero me llegó ese dato. Y también el resto de la encuesta. En un apartado se preguntaba a los ciudadanos si consideraban justa la sentencia y las respuestas se dividían en tres bloques casi iguales: quienes la creen justa, los que la consideran injusta y quienes no tienen una opinión formada. Ese tercer grupo de no sabe, no contesta me parece el más importante, porque en estas ocasiones la duda juega en favor del reo.

P. Son las tres Españas del libro de Preston...

R. Pero no seguramente desde ese punto de vista. Por encima de las posiciones partidarias o de las ideologías, yo hago una división quizá muy simplista entre una inmensa mayoría que tiene buenos sentimientos y una minoría que no. En todo este proceso hay gente que ha reaccionado con posiciones críticas, pero ha manifestado una cierta sensibilidad hacia el ser humano. Hay otros, en cambio, que me han decepcionado. Por ejemplo, los nacionalistas vascos, con quienes mantuve unas relaciones muy buenas, mejores incluso de lo que en algún momento se defendía en mi partido, y ahora percibo una respuesta brutal, cruel desde el punto de vista personal.

P. El ministro portavoz, Josep Piqué, ha dicho que el Gobierno lamenta su ingreso y el de Barrionuevo en prisión. ¿Usted lo cree?

R. Sinceramente, no. Yo creo que el Gobierno ha buscado la foto de nuestra entrada en la cárcel. No sé si en este momento hay consenso en el Gobierno, quiero creer que no, y algunas manifestaciones me llegan en ese sentido. Pero lo cierto es que han estado trabajando durante muchos años para que esto se produzca. Es difícil sustraerse ahora de que ha habido una participación muy activa y con mucha dedicación en este tema.

P. ¿Le duele ver cómo Barrionuevo y usted van a la cárcel mientras los otros condenados siguen en libertad?

R. Se podrá creer que lo que voy a decir no lo digo con toda la sinceridad que me gustaría se desprendiera de mis palabras: No. De verdad pienso que cuantos menos vayan a prisión, mejor. Por tanto, esa decisión del Tribunal Supremo me agrada, no en lo que corresponde a mí, que por supuesto no quiero ir a la cárcel, me agrada en cuanto a aquéllos que han podido quedar fuera y deseo que la Sala decida suspender la ejecución de sus penas hasta que el Gobierno resuelva los indultos que han solicitado.

P. Si ustedes hubiesen pedido el indulto también seguirían libres. ¿Se arrepiente de no haberlo hecho?

R. En absoluto. Veo que algunos se muestran compungidos por lo que está sucediendo. Que sean consecuentes: ellos han participado en este linchamiento, este linchamiento se está consumando y, por tanto, hay que llevarlo hasta el final. Yo también voy a llevar mi posición hasta el final. Espero lo mismo de ellos.

P. El presidente del Supremo difundió el domingo una nota en la que aseguraba que ustedes han sido condenados exclusivamente por las pruebas aportadas en el juicio.

R. A mí, modestamente, me parece que esa nota fue inoportuna o más bien innecesaria y más en las circunstancias en que se hizo pública. Yo creo, con todos los respetos, que ese día el presidente del Supremo no estuvo suficientemente inspirado... Ahora, me alegro de lo que luego ha pasado, que el partido haya sabido encontrar una vía al problema que se planteaba.

P. Algunos socialistas piensan que, sin merma de la solidaridad personal, el PSOE no debería implicarse tanto en este asunto para no perjudicar su imagen.

R. Le voy a decir cuál es mi impresión. Yo creo que el partido, el núcleo dirigente, en algún momento ha hecho esfuerzos por mantener esa actitud, pero se ha visto superado y arrastrado por la espontánea reacción de la militancia y de la ciudadanía en general. Me parece que ha ido a remolque de los acontecimientos y sólo en la última fase, cuando ha percibido esa movilización, ha sabido coger la antorcha.

P. Ustedes han pedido que se suspenda la ejecución de la condena. ¿Confía en que su estancia en la cárcel sea breve?

R. Uno ha aprendido que en esto de los tribunales no se deben hacer pronósticos. Pero el que se sabe inocente y víctima de una injusticia tiene que ser optimista.

P. En agosto se especuló con la posibilidad de que anteriores responsables de Interior pidiesen el indulto para ustedes. Finalmente no lo han hecho. ¿Le ha decepcionado su actitud?

R. Sí. Eso sí. Se ha quebrado una línea de solidaridad que atravesaba toda la transición. Y esa quiebra la han producido los que estaban moralmente menos capacitados para hacerlo.

P. Cuando usted llegó a Interior estaban pendientes algunos procesos de la anterior etapa, como el atentado contra el bar Hendayais.

R. En aquel momento no hicimos algunas cosas que luego se han hecho, seguramente porque no podíamos y porque no debíamos. Nosotros respetamos las reglas del juego de la transición, que no son las de un Estado de derecho plenamente consolidado. Son reglas muy distintas. Tan es así que la transición española se ha tomado como modelo en otros países que han pasado de una dictadura a una democracia... Yo, a los responsables de Interior actuales, les deseo todo el éxito. Creo que las cosas van razonablemente bien y deseo que vayan mucho mejor. Pero si comenten errores, habrá que ayudarles a taparlos. Lo que pasa es que es mucho más difícil cometer errores ahora que en la época de la transición. Entonces era fácil cometerlos. Decir que no fuimos capaces de hacer la transición en las Fuerzas de Seguridad del Estado es una falacia. En las Fuerzas de Seguridad y en las Fuerzas Armadas es donde realmente se hizo la transición, no en el Poder Judicial.

P. ¿Alguien le ha expresado su apoyo en privado, advirtiéndole de que no lo haría en público?

P. Mucha gente, desde hace mucho tiempo. Ya en la época en que estaba en Interior y había una cierta actividad de guerra sucia recibía llamadas que ponen en evidencia la enorme hipocresía de lo que ha sucedido luego.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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