Los comunistas derrotan por segunda vez a Chernomirdin y exigen otro candidato
Rusia se hundió ayer más en la ingobernabilidad, mientras el ciudadano común teme ver las tiendas vacías y que sus devaluados rublos no le sirvan ni para cubrir las necesidades más elementales. La Duma (Cámara baja del Parlamento), dominada por los comunistas y sus aliados, rechazó por segunda vez a Víktor Chernomirdin, el candidato del presidente Borís Yeltsin a dirigir el Gobierno. El perdedor, quien fue jefe de Gobierno de Rusia durante cinco años, dio rienda suelta a su frustración y acusó a los diputados de conducir al país hacia otra Indonesia, "donde se llegó a quemar el país entero".
El resultado de la votación (273 votos en contra y 138 a favor) no deja mucho margen para el compromiso. Yeltsin tiene ahora una semana para presentar a su candidato para la tercera y definitiva prueba ante la Duma, sea o no Chernomirdin, y a partir de entonces, correrá otro plazo máximo de siete días. El pasado día 31, el presidente no dejó pasar ni una hora antes de confirmar a quien acababa de ser rechazado, pero entrada ya la noche de ayer aún no había repetido el movimiento.Un analista del Kremlin citado por la agencia Interfax (cuyo anterior director trabaja ahora en la Administración presidencial) aseguraba anoche que Yeltsin decidirá "tras analizar los argumentos y las propuestas suscitados en la mesa redonda" con los líderes políticos de ayer por la mañana.
Se trata del primer indicio de que Yeltsin puede ceder. Después de todo, si la Constitución permite tres votaciones debería ser para que el candidato no fuese el mismo en todas ellas.
Candidato de consenso
El presidente puede proponer aún a un candidato de consenso. El presidente del Consejo de la Federación, Yégor Stróyev y, sobre todo, el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, son los que más se manejan estos días. Los liberales de Grigori Yavlinski lanzaron ayer el nombre del ministro de Exteriores, Yevgueni Primakov.El único cambio apreciable respecto a siete días antes fue que Chernomirdin contó con el apoyo de los ultranacionalistas de Vladímir Zhirinovski (48 votos). Además de ellos, obtuvo los votos de su propio partido, Nuestra Casa es Rusia (64), la mitad de los del grupo regional (14, frente a 12 noes y 17 abstenciones), los de siete independientes y los de algún disidente, como dos comunistas. El Partido Comunista, los liberales de Yavlinski, los agrarios, el Poder Popular del ex primer ministro soviético Nikolai Rizhkov y 17 independientes votaron en contra. En la primera votación 94 votaron a favor de Chernomirdin, frente a los 138 de ayer.
En otros encontronazos de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo, el temor de los parlamentarios a perder sus prebendas hizo que la Duma terminara plegándose a los deseos de Yeltsin. Es previsible que el presidente juegue ahora a tope esta baza del miedo. Si su candidato (sea el que sea) es rechazado en la tercera y última votación, y si todo marcha de acuerdo a la Constitución, la Cámara será disuelta y se convocarán nuevas elecciones. Esta perspectiva no asusta a la oposición, que con el comunista Guennadi Ziugánov a la cabeza, hace cuestión de honor oponerse a Chernomirdin, al que considera cómplice del malgobierno de los últimos años origen de la actual crisis. Además, si se llama a las urnas, lo más probable es que los votantes, que mayoritariamente consideren a Yeltsin el gran culpable de la hecatombe, apoyen a sus enemigos, empezando por los comunistas.
Lo que menos importaba ayer en la Duma era la receta para superar la crisis que Chernomirdin expuso con energía y que ya había desgranado en días anteriores. Tampoco contó demasiado que Yeltsin firmase un acuerdo de cesión parcial de poderes que había sido ya suscrito por el Consejo de la Federación y el candidato a primer ministro.
Por la mañana, Yeltsin y Chernomirdin se habían reunido en el Kremlin con todos aquellos que, institucionalmente, cuentan en Rusia: presidentes de las dos Cámaras, dirigentes de los principales grupos políticos y líderes regionales, incluyendo a Luzhkov. Todos ofrecieron sus fórmulas más o menos mágicas e incluso propusieron candidatos alternativos pero no lograron quebrar la voluntad de Yeltsin.
Cuando la sesión en la Duma se abrió a las cinco de la tarde, la suerte estaba echada. Las palabras y las promesas eran para la galería, para las cámaras de televisión. Parecía un anticipo de la campaña electoral que se avecina si no hay acuerdo. El resultado de la votación estaba cantado. Y no hubo sorpresas.
"Cuanto peor, mejor"
Segun Chernomirdin, los diputados se dedican al chalaneo en lugar de intentar salvar al país. "Nadie está interesado en resolver la crisis", declaró tras su derrota. "Nadie propone medidas. Cuanto peor, mejor. Ése es su lema. Alguien quiere que las tiendas estén vacías y que la gente se eche a la calle".El candidato, que rumia su frustración tras haber estado a un paso del Gobierno, y tal vez de la presidencia, no ceja en su mensaje de "o yo el caos". En la tribuna ya había dicho lo que, de tan repetido, suena ya a tópico: "Estamos al borde del precipicio". Y después, recordando Indonesia, remató: "Quemaron el país entero. Hacia eso nos encaminamos. Ahí es donde quieren que vayamos". Un mensaje que difícilmente tranquilizará a una población que ya se enfrenta a la escasez, la carestía y la pobreza y que teme que lo que esté por llegar sea todavía mucho peor.
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