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El gobernador de Maryland cancela la presencia de Clinton en un acto

Bill Clinton se encontró ayer más aislado políticamente que nunca a su regreso a Washington tras tres semanas de ausencia, dos por vacaciones y una de gira por Rusia e Irlanda del Norte. Parris Glendening, el gobernador demócrata del Estado de Maryland, confirmó que ha anulado la anunciada presencia de Clinton en los actos de apoyo a su candidatura a la reelección en los comicios de noviembre. El viernes, tres prominentes senadores demócratas condenaron duramente la conducta presidencial. Su propio partido, el Demócrata, da la espalda a un Clinton marcado por el bochorno de haber reconocido que mintió a todo el mundo durante siete meses al negar su relación con Monica Lewinsky. El caso recuerda la fase final de la caída de Nixon.Glendening ha manejado encuestas que afirman que muchos electores demócratas de Maryland, el Estado vecino a la ciudad de Washington, prefieren no verle en público con Clinton. Por eso, telefoneó a la Casa Blanca y pidió que el presidente no se acercara al acto electoral que ambos debían protagonizar mañana. "Lo que el presidente ha hecho es erróneo", dijo el gobernador de Maryland, un Estado tradicionalmente demócrata.

Perdón "insuficiente"

El gobernador, que se comprometió mucho en la defensa de Clinton en el caso Lewinsky en la primera mitad del año, añadió que el perdón solicitado por Clinton es "insuficiente". "Tengo un hijo de 18 años", dijo, "e intento enseñarle la necesidad de asumir la responsabilidad de sus actos".Joseph Lieberman, senador por Connecticut, ex amigo y aliado político de Clinton y una de las voces más respetadas del Partido Demócrata, declaró el viernes que el comportamiento del presidente -y en especial su negativa a reconocer que tuvo relaciones con Lewinsky- es "inmoral", "desgraciado" y "dañino" y merece "el rechazo público". Otras dos personalidades demócratas, los senadores Bob Kerrey y Patrick Moynihan, manifestaron su apoyo a Lieberman.

Aunque el buen estado de la economía siga apuntalando la mayoritaria aprobación del trabajo político de Clinton, que no de su persona, el Partido Demócrata teme que sus candidatos paguen la factura del caso Lewinsky en los comicios de noviembre, en los que EEUU renueva toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado y elige gobernadores y alcaldes. Los demócratas también se barruntan que el precio a pagar por el hecho de que Clinton termine a trancas y barrancas su segundo mandato presidencial podría ser una gran victoria republicana en las elecciones presidenciales del 2000.

El fiscal Kenneth Starr, entretanto, sigue redactando un informe muy duro que enviará al Congreso en breve. En él detallará las aventuras sexuales del presidente y la becaria y sostendrá con pruebas que el primero cometió perjurio al negar la relación el pasado enero.

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