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Arrestado por graznar demasiado

Ni el domador de leones se atrevía a meterse en la jaula. Los guardias civiles tuvieron que pedirle a la dueña, la única de aquel circo italiano que congeniaba con el imponente gorila de 1,80 metros, que cruzara las rejas y plasmara las huellas dactilares del primate en un folio. Había que comprobar si el gorila, una especie protegida, tenía los papeles en regla, porque parecía tener más primaveras de las que reflejaba su documentación. Los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil en Valencia se pasan el año en un safari urbano. Nada de perseguir de madrugada a atracadores de gasolineras ni buscar en el peaje de la A-7 unos cuantos gramos de hachís ocultos bajo una rueda de recambio. Ellos se las ven con una pitón real, un tigre, un cocodrilo enano o una partida de escorpiones africanos. Remesas de exotismo para satisfacer los caprichos tropicales de los dueños de mascotas más excéntricos de esta sociedad urbana. Un tráfico ilegal no tan rentable como el de la droga, pero cada vez más tentador. En el inventario de animales incautados por el Seprona en la provincia de Valencia se incluye un tigre (panthera tigris) valorado en 350.000 pesetas, un primate por el que se podían pagar 250.000 pesetas y colmillos de elefante a 40.000 pesetas el kilo. Canales del narcotráfico Un precio tan elevado que los agentes no se arriesgaron a trasladar aquel gorila del circo italiano (valorado en siete millones de pesetas) a Barcelona para comprobar su edad con una prueba mental. "¿Y si le pasaba algo en el traslado?", se pregunta un brigada que intervino en el caso. Decidieron dejar al primate bajo custodia de la dueña. Pero sus sospechas se confirmaron: al día siguiente, el gorila se esfumó. La cotización de colmillos y pelajes multicolores ha subido tanto que el Seprona ha comprobado que las redes del narcotráfico utilizan los mismos canales de entrada de estupefacientes para introducir pequeños animales exóticos, fundamentalmente aves. "Traen polluelos escondidos en tubos y cazadoras", explican, "muchos se mueren pero los que sobreviven les permiten completar sus ingresos". La falta de concienciación sobre las especies protegidas en los países de origen ("más preocupados por la lucha contra la droga") facilita, en opinión de los agentes, la labor de los narcotraficantes. El Seprona señala que este año el tráfico de especies protegidas en Valencia se ha centrado en las aves exóticas. Salvo dos iguanas, los 37 animales restantes incautados comprenden cacatúas, diversos tipos de loros, un tucán y un elevado número (26) de yacos de cola roja. En cambio, el año pasado las 19 incautaciones fueron más variadas: cuatro escorpiones africanos, una tarántula, una pitón real, mariposas cotizadas y un buho real iraquí, valorado en 400.000 pesetas, que se utilizaba como reclamo en un bar. Este año no han vuelto a toparse con monas de Gibraltar, tigres, tortugas, colmillos de elefante y primates como los que incautaron en 1996 y 1995. La máxima preocupación del Seprona es preservar la biodiversidad y frenar la desaparición de especies ("se extinguen dos cada hora"). Pero se enfrentan a la ausencia de una normativa de protección de especies y a la carencia de lugares para depositar los animales que incautan. Eso sí, gozan de la colaboración de ciudadanos como el que delató a su vecino de finca: Tenía un loro que graznaba demasiado y no le dejaba dormir.

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