El desprecio a la sensibilidad humana
Jueves 27 de agosto. Como una más de las familias de este país que disfruta de unas tranquilas vacaciones veraniegas, nos encontramos en el transcurso de una relajada comida en nuestro hogar mientras contemplamos las noticias del telediario de la primera cadena de TVE. Cuando se desarrolla la información del conflicto bélico de la República Democrática de Congo, las imágenes muestran cómo controles militares capturan a rebeldes en los suburbios de Kinshasa y pasan directamente a ejecutarlos. Para ser más precisos en los detalles, dos militares cogen a uno de estos rebeldes en medio de un puente y le arrojan al vacío. La cámara se acerca al borde del puente para filmar la caída. Seguidamente, ambos militares disparan sin compasión repetidamente para matar a su víctima y asegurarse de que su cadáver acabará sumergido en las aguas del río. Como se suele decir, en vivo y en directo.Mi brazo quedó paralizado, al igual que mi rostro y el resto de mi cuerpo. Un escalofrío extraño recorrió mi espalda. Tuve que hacer un esfuerzo para no dejar caer la cuchara. Mi esposa se tapó los ojos girando el rostro hacia otro lado. Somos personas mayores de edad y nos podemos hacer una idea de la violencia y la crueldad que toda guerra genera, de lo ciego que puede estar un ser humano cuando es poseído por el odio más radical. Pero yo me pregunto: ¿cómo me pueden ofrecer a la hora de la comida una escena de estas características?; ¿cómo se puede mancillar o herir la sensibilidad de una persona con el pretexto de ofrecer una información de actualidad?; ¿habrán pensado que hay familias con hijos que a esa hora están, simplemente, como nosotros, escuchando las noticias?; ¿a qué tipo de personas van dirigidas esas imágenes?; ¿son realmente necesarias para dar la información?Me siento impotente y herido. Si lo que se quiere es inducir al pueblo a pensar que estamos viviendo en una especie de paraíso en comparación a otras partes del mundo, la manipulación de los medios está llegando demasiado lejos. Los noticiarios se están convirtiendo en un mercadillo del terror más sangriento y monstruoso. Basta ya de saquear la solidaridad del ciudadano, de invadir impunemente la sensibilidad de todos con la cara más brutal de la locura humana, por llamarle de alguna forma.
Yo siempre he tenido y tengo interés por estar al día de los acontecimientos que ocurren en el mundo, pero creo que también, en la forma de dar la información, deben respetarse ciertos cánones éticos. La realidad no debe ser tratada como una película de ficción, donde la sangre forma parte de los efectos especiales.- . .
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