Galicia

Cuando yo era pequeña, al llegar septiembre, íbamos a recoger castañas a la fraga que había cerca de casa, en los alrededores de A Coruña. Desde entonces a hoy, el paisaje ha cambiado de forma alarmante. Éste es el país en el que, de repente, se puede plantar una refinería de petróleo al borde (literal) de una población de miles de habitantes; donde, de repente, el paisaje se transforma irreversiblemente, convirtiendo unas tierras pobladas de castaños, robles o pinos en el reino del eucalipto; donde nos hacemos tristemente famosos por el derrumbe de un vertedero de basuras antediluviano o por no tratar las aguas residuales antes de verterlas al mar; donde se pueden encontrar carteles en las playas que rezan "Prohibido bañarse", porque alguna empresa realiza vertidos incontrolados.Si al menos nunca nos hubiésemos enterado de que hay países que no necesitan hacer cortafuegos porque no conocen la triste expresión "incendio forestal", en los que crece la masa forestal (autóctona, porque cualquier otra está absolutamente prohibida) y la tala debe ser selectiva e implica siempre una nueva plantación, entonces no nos entristecería tanto que las personas que han ejercido el poder en Galicia a lo largo de las últimas décadas hayan permitido y sigan permitiendo (incluso produciendo) los desastres urbanísticos y medioambientales que muchos lamentamos.-