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Acumular para derrochar

Un estudio universitario cuestiona la gestión del agua en Sevilla y su área metropolitana

Aún en pleno verano, la sequía solo es un mal recuerdo en la conciencia de los sevillanos, si bien sus efectos todavía se dejan notar en un consumo moderado de agua. Los periodos en los que escasean las lluvias y disminuyen peligrosamente los recursos acumulados en los pantanos activan en los ciudadanos, y las empresas de abastecimiento, diversos mecanismos de control que, sin embargo, son puramente reactivos y transitorios al no existir ninguna política constante que permita estabilizar la demanda en los niveles registrados en los años inmediatamente posteriores a un sequía. Históricamente el consumo de agua en la capital registra un máximo justo antes de empezar un periodo de escasez y un mínimo al finalizar éste. A la vista de las decisiones adoptadas en las tres últimas sequías (1974-76, 1981-83, 1992-95) sólo se ha tomado conciencia de la situación cuando el balance oferta-demanda estaba amenazado a muy corto plazo (menos de seis meses). Y ni siquiera así se ha aplicado un criterio general para activar las distintas fases de alerta. En febrero de 1983 unas reservas del 34% en los embalses que abastecen a la ciudad llevaron al inicio de las restricciones, cuando casi un año antes (enero de 1982) un porcentaje del 27% había marcado su final. Asimismo, en noviembre de 1993 unas reservas del 8% se consideraron suficientes para levantar las limitaciones de abastecimiento. Con idéntica arbitrariedad se actuó en 1995, cuando con un 6% de recursos disponibles se entró simplemente en fase de sensibilización, mientras que en enero de 1993, con el mismo nivel se aplicaban restricciones de 11 horas diarias. Todos estos datos proceden de un detallado análisis del sistema de abastecimiento de Sevilla y su área metropolitana, realizado por distintos especialistas universitarios y coordinado por Leandro del Moral, profesor de la Hispalense especializado en gestión sostenible de recursos hidráulicos. El trabajo trata de demostrar que, al margen de los impactos ambientales que causaría en zonas naturales especialmente sensibles, el proyectado embalse de Melonares no es imprescindible para garantizar el suministro de agua en la ciudad, cuestión que depende, en mayor medida, de una correcta gestión de los recursos. El estudio también revela el deficiente rendimiento hidráulico del sistema de abastecimiento dispuesto por Emasesa, la empresa municipal de aguas de Sevilla. Sumando las pérdidas que se producen en alta (por transporte o potabilización, antes de que el líquido entre en la red de distribución) y en baja (una vez que ya circula por el circuito de abastecimiento urbano) los rendimientos de los últimos años se sitúan en una media del 60 % o, lo que es lo mismo, el 40 % del agua disponible se pierde. Muy lejos del porcentaje de eficacia que el Gobierno andaluz quiere establecer a medio plazo, porcentaje que oscila entre el 75 y el 85%, algo que ya se ha conseguido en otras ciudades españolas. A la hora de plantear el embalse de Melonares como la única alternativa posible para garantizar el suministro a largo plazo de la capital andaluza, ni siquiera existe acuerdo sobre la demanda esperada en los próximo años, aunque ésta sea la cifra que justifica la obra. Como denuncia el estudio, según se utilice una u otra fuente oficial (Emasesa, Confederación Hidrográfica del Guadalquivir o Consejería de Obras Públicas) la demanda, en el horizonte del año 2.012, oscila entre un máximo de 237 Hm3/año y un mínimo de 157 Hm3/año. Tampoco existe acuerdo sobre el crecimiento esperado en el consumo para el periodo 1992/96-2012, que varía entre un 13,3% y un 36,2%, siempre por encima del aumento poblacional (11,7%). En definitiva, si el Ministerio de Medio Ambiente consideró viable el embalse de Melonares solo en el caso de que no existieran otras alternativas para cubrir las necesidades de abastecimiento de Sevilla, tal justificación es, para los investigadores, discutible. Los autores del trabajo concluyen que, con la actual demanda real de agua, una política de reducción de pérdidas que eleve el rendimiento hidráulico hasta un 75% y una política de gestión de demanda que suponga un ahorro del 6% sobre los consumos esperados, sería innecesaria la construcción del pantano.

Urgencia discutible

No es la primera vez que una obra hidráulica, de la envergadura de un pantano, se defiende como "imprescindible" para asegurar el abastecimiento de agua en Sevilla capital, confiando en ella la solución definitiva a los problemas periódicos de escasez. Al comenzar la construcción del embalse de Zufre, en 1983, Emasesa declaraba que dicho depósito "permitiría que el fantasma de la sequía sea solo un recuerdo similar al de las grandes catástrofes de épocas pasadas". En idéntico error de cálculo incurrió la Consejería de Obras Públicas y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, como se encargó de demostrar la etapa crítica de sequía que se registró a comienzos de 1993. Con estos precedentes, y a la vista de los cálculos realizados, los autores del estudio no creen que la mejor solución para garantizar la oferta de agua potable en Sevilla sea la construcción del embalse de Melonares. Los recursos ahorrados, defienden, son más seguros que los inciertos cálculos sobre la capacidad de regulación de un pantano, como la historia más reciente ha demostrado. Señalan además que una acertada gestión de la demanda generaría más empleos que la construcción de la presa. El largo tramo final de un río vivo, un valle solitario y de variado paisaje, el esplendor de la fauna y flora mediterránea, pueden para algunos, sostiene el estudio en su párrafo final, "reducirse todavía a valores insignificantes, reivindicaciones sensibleras fáciles de descalificar con autosuficientes argumentos economicistas. Sin embargo, el embalse de Melonares carece hasta de esos argumentos". Y concluye de forma tajante: "La cuentas de demanda infladas y las presiones casi unánimes de los grupos de interés no pueden ocultar la inconsistencia del proyecto ni el vacío planificador en el que la obra se insertaría".

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