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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lo que no cambia

El pasado fin de semana, la agresión que antes había intentado amargar las fiestas de los donostiarras se trasladó a Bilbao. Las imágenes vistas por televisión y los relatos de los testigos dejan pocas dudas sobre el carácter fascista de esas cuadrillas de encapuchados que irrumpen en formación militar entre la gente, armados de botellas incendiarias y otros artefactos destructivos, y que lo mismo incendian un batzoki del PNV o una casa de vecinos con ocho familias dentro que las motos aparcadas cerca del recinto de la fiesta. Pues bien, según el portavoz de HB que ayer dio doctrina sobre la cuestión, esos "incidentes" fueron el resultado de "la provocación del Ayuntamiento y de la Ertzaintza". El primero, por colocar la bandera española; la segunda, por haber entrado en el recinto festivo cuando ellos irrumpieron. Puede que su discurso haya experimentado alguna adaptación, pero la voluntad de seguir imponiéndose por la fuerza permanece inalterable.Desde hace algunos años, el entorno de ETA practica lo que sus textos denominan kale borroka o lucha callejera, consistente, en esencia, en desplegar diversas formas de control de la calle y amedrentamiento de la población. Los principales dirigentes del PNV, necesitados de algún mínimo gesto que justifique su apuesta por una política de distensión hacia el mundo de HB, han dicho recientemente que la kale borroka, derivación de la estrategia de "socialización del sufrimiento" de la ponencia Oldartzen, había sido abandonada y que la nueva dirección de HB tenía un planteamiento "más político". De ahí la esperanza con que fue saludado desde el campo nacionalista el gesto del concejal de HB de Getxo que, tras horas de debate, aceptó firmar un comunicado en el que se planteaban algunas objeciones a prácticas como la de quemar a los vecinos en sus casas. Bien es verdad que, horas después, HB difundió un comunicado en el que se solidarizaba con el único participante en los disturbios que había sido detenido por la policía vasca.

La idea de que hay una nueva estrategia en HB se fundamenta, más que en las declaraciones públicas de sus nuevos dirigentes, en los testimonios personales de nacionalistas que han hablado con su principal portavoz actual, Arnaldo Otegi. Y, sobre todo, en el hecho de que ni esas declaraciones ni la interpretación dada por el PNV a los contactos hayan sido por el momento desautorizadas por "el otro lado"; es decir, por ETA.

No hay que descartar que uno de los efectos diferidos del proceso de paz en Irlanda sea que un sector del nacionalismo violento esté planteándose el abandono de las armas o al menos, como ha insinuado Atutxa, una tregua. Sin embargo, desde el propio nacionalismo han surgido voces alertando contra el riesgo de caer en una trampa. El alcalde de Hernani, miembro destacado de Eusko Alkartasuna, acaba de publicar un libro cuyo título, Bietan Jarrai (literalmente, continuar en las dos), reproduce la consigna que aparece en el emblema de ETA, con el hacha y la serpiente clásicas. Según el autor, la estrategia del conglomerado que gira en torno a la organización terrorista busca hacer compatible la fuerza (y la amenaza de utilizarla) con la astucia de la distensión con el nacionalismo democrático. La tregua, sin abandono definitivo de la violencia, sería una estratagema para forzar una negociación política que legitime los crímenes del pasado (y el eventual regreso a la lucha armada, si los resultados de esa negociación no fueran los esperados). Los sectores nacionalistas partidarios de la distensión necesitan demasiado ver cambios en HB como para creerles bajo palabra. Muchas veces han dicho que "algo se mueve", y ellos mismos han comprobado poco después que todo seguía igual. En cualquier caso, si HB quiere demostrar que busca una vía para hacer política, y no intimidación fascista de la población, que demuestre su autoridad ante esas bandas incendiarias cuya actuación otras veces ha dicho comprender. Como ha hecho el IRA con sus disidentes.

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