Emigrantes

Por razones de mi profesión de psicóloga y presidenta del Colegio de Psicólogos Industriales de Ecuador me encuentro en España asistiendo a varios eventos académicos, circunstancia que me ha permitido relacionarme con colegas y personal en general, con los cuales hemos considerado oportuno, a través de su matutino, expresar nuestra preocupación por los acontecimientos que han sucedido en la población murciana de Totana con los cientos de compatriotas míos que se debaten entre la expulsión y la ambición de tener unos mínimos para vivir. La ilusión y el deseo de alcanzar un futuro mejor para sus familias motiva a éstos a llevar a la práctica los anhelos de subsistencia sin mediar el coste que suponga alcanzar esas metas. Casos como éstos se han repetido a lo largo de los años con diversas culturas que, al no encontrar dentro de sus sociedades las posibilidades y garantías para vivir con dignidad, han tenido que emigrar a otros países en donde han sido acogidos y se han adaptado dentro del núcleo social, sin necesidad de permisos de residencia o papeles que legalicen el deseo y la necesidad de vivir.

Recordemos que fueron muchos los españoles a lo largo de todo este siglo que emigraron a América y se instalaron en tierras venezolanas, argentinas, ecuatorianas, sin necesidad de pasaporte o, peor aún, permiso de trabajo.

Los ciudadanos de este pequeño pueblo murciano han dado una lección de humanidad, solidaridad a todos quienes demandan el endurecimiento de las leyes de inmigración; han demos-

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trado que por encima de las leyes civiles se encuentra el sentimiento de solidaridad hacia un grupo de personas que realiza un trabajo digno y que el respeto hacia ellos debe primar sobre todas las cosas.-