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El rublo pasa factura

La crisis política que estalló ayer ha sido causada por una profunda crisis económica que se arrastra desde hace mucho, pero que se había agudizado en los últimos meses. El Gobierno y el Banco Central de Rusia apostaron por defender al rublo en circunstancias muy desfavorables: la baja de los precios del petróleo, la crisis financiera en los mercados asiáticos y los problemas propios de la economía rusa, con su déficit presupuestario, los impagos y la desconfianza que se venía apoderando de los inversores extranjeros. Esta lucha por mantener la moneda nacional la perdieron y ello es lo que ha provocado la caída del Gobierno.La desconfianza de los inversores extranjeros, reflejada en la caída constante de la Bolsa de Moscú, se debía a las causas ya anotadas, y al hecho de que las reservas del Banco Central eran insuficientes para defender el rublo. Pero el otorgamiento por parte de la comunidad internacional de un megacrédito (unos 3,4 billones de pesetas) a Moscú, era considerado suficiente para que los inversores recobraran la confianza en el mercado financiero ruso. Sin embargo, el desbloqueo del primer tramo del crédito que daba el Fondo Monetario Internacional no tuvo los efectos deseados. En los mercados rusos seguía reinando el nerviosismo y los inversores seguían vendiendo sus acciones. La gota de agua que desbordó el vaso fue la carta abierta del multimillonario y especulador George Soros, en la que recomendaba la devaluación del rublo en un 15-25%. La carta tuvo el efecto de una bomba y al día siguiente la Bolsa de Moscú tuvo que ser suspendida durante 45 minutos debido a la caída en picada de las acciones de las compañías.

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Se acabaron los préstamos

La única esperanza era conseguir más dinero de parte de los países occidentales. Esto fue lo que trataron de hacer, pero no lo lograron: el G-7 negó ayuda financiera adicional a Rusia. Fue entonces cuando el Gobierno de Kiriyenko se decidió a introducir duras e impopulares medidas que tarde o temprano le costaría su cabeza. Resultó más temprano que tarde.Las medidas anunciadas el lunes pasado incluían una aumento de la banda de fluctuación del rublo, que podía llegar hasta 9,5 por dólar, lo que significaba una depreciación potencial de cerca de un 50% en comparación con el precio a que el dólar se estaba cotizando. Además, se anunció una moratoria de 90 días de los pagos de la deuda externa y una reconversión de los bonos del Estado a corto plazo en otros valores a largo plazo.

La población reaccionó como es natural: corrió a las casas de cambio a comprar dólares y se preparó para apretarse aún más el cinturón y aguantar la inevitable inflación.

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