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Clinton no estuvo a la altura

Si admitiendo a regañadientes una indiscreción sexual con Mónica Lewinsky y lanzando otro airado ataque a Kenneth Starr se puede poner fin a la crisis de su presidencia, entonces Bill Clinton salió airoso del discurso que dirigió a la nación el lunes pasado. Sin embargo, consideramos que Clinton dejó escapar una oportunidad vital para ofrecer una explicación reparadora a la nación y para empezar la tarea de rehabilitar su carácter ante la opinión pública. En lugar de eso, se decantó por la acreditada mezcla de una confesión mínima y un berrinche contenido que le ha valido dos veces la elección, pero que no hará de él un líder al que se echará de menos cuando deje Washington. (...) La verdad completa es un arma poderosa, pero Clinton no está acostumbrado a manejarla, ni siquiera en los contextos más personales. (...) Este es un momento de la historia política estadounidense extraño, pero no frívolo. Teníamos aquí un hombre de altas ambiciones y animado por la compasión que llegó a Washington con casi todas las virtudes políticas imaginables, con una excepción: parecía pensar que era inmune a una norma que salta a la vista cuando se observa cualquiera de las presidencias modernas: antes o después, todo termina sabiéndose. (...) Y lo que, por supuesto, sabremos con el tiempo es si Clinton ha falseado su conversación con el pueblo de EE UU de tal modo que ni siquiera en el momento de mayor peligro y con el simple recurso a la verdad pudo ponerse en situación de recibir su perdón., 19 de agosto

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