Lewinsky vuelve a declarar hoy mientras Clinton trata de restablecer la paz familiar
Monica Lewinsky, la exbecaria de la Casa Blanca cuyas relaciones sexuales con Bill Clinton han sacudido los cimientos de la presidencia de EEUU, comparece hoy por segunda vez ante el gran jurado, mientras la primera familia norteamericana trataba ayer de restañar las heridas causadas por el escándalo en la intimidad de sus vacaciones veraniegas. Entretanto, la atención del país seguía ayer fijada en dos hechos notables: el apoyo incondicional a su marido por parte de Hillary Rodham Clinton y el tibio respaldo al presidente por parte de los congresistas de su partido.
La decisión del fiscal especial Kenneth Starr de llamar a declarar por segunda vez a Lewinsky, en un aparente intento de buscar contradicciones al testimonio ofrecido por Clinton el lunes, indicaba que la batalla legal entre Starr y la Casa Blanca no sólo no había terminado con la declaración presidencial sino que podría incluso endurecerse. Contrariamente a la opinión de varios de sus más altos consejeros políticos que abogaban por extender una rama de olivo al fiscal, Clinton, con el decidido apoyo de su mujer, dedicó más de la mitad de los cuatros minutos empleados en su discurso al país del lunes a atacar el empeño de Starr en inmiscuirse en lo que calificó de "mi vida privada".
Varios influyentes congresistas republicanos han acusado a Clinton de tratar de "matar al mensajero" y de "desviar" la atención del país a la actuación del fiscal, en lugar de entonar un verdadero mea culpa por su equívoca actuación en el caso.
Entretanto, los analistas seguían ayer estudiando con lupa la primera reacción de Hillary Clinton trasladada al país en unos comentarios realizados por su jefa de prensa, Marsha Berry, el martes poco antes de que los Clinton abandonaran la Casa Blanca camino de su residencia veraniega en la isla de Martha"s Vinyard en la costa de Massachusetts.
Berry reafirmó "el compromiso de la primera dama con su matrimonio, la confianza que Hillary tiene en este presidente (sic) y el amor por su marido". Pero, al mismo tiempo, trató de defender sus sucesivas negativas sobre la existencia de relaciones sexuales entre Clinton y Lewinsky presentando a Hillary como la primera engañada: "[Hillary] Sólo se enteró del contenido del testimonio [del presidente] durante el fin de semana. Cuando el presidente dijo que había engañado a todos, incluida su mujer, estaba diciendo la verdad".
El sentido de humillación de la primera dama, revelado el domingo por Jesse Jackson, convertido de antiguo adversario político de Clinton en consejero espiritual de la familia, fue confirmado por la portavoz de Hillary cuando reveló que "[el lunes], no ha sido precisamente el mejor día de su vida". "Nadie pretende que éste no sea un asunto grave", dijo. En una entrevista televisiva en el programa de máxima audiencia de la NBC, Today, Hillary manifestó a finales de enero que "si se probara que se había cometido un adulterio en la Casa Blanca, el asunto sería muy grave, pero nunca se podrá probar".
La crisis que atraviesa la familia Clinton quedó reflejada en un comentario realizado el martes por el portavoz presidencial, Mike McCurry, a poco de su llegada a Martha´ s Vinyard. "Esta es una familia que precisa curar sus heridas", dijo mientras pedía a los corresponsales de la Casa Blanca que respetaran la intimidad del presidente "para que pueda realizar la tarea de reparación que necesita la familia".
Por su parte, los demócratas seguían dubitativos en su apoyo al presidente cuando no claramente críticos por su comportamiento. El demócrata más influyente del Congreso, Dick Gephart, líder de la minoría del partido en la Cámara de Representantes y posible adversario del vicepresidente Al Gore para la nominación presidencial, declaró que "no podía perdonar la relación admitida por el presidente" y que se sentía "decepcionado ante su conducta personal". Y su alter ego en el Senado, Thomas Daschle, se lamentó de que Clinton "no hubiera dado explicaciones antes". Sólo Gore, cuyo futuro político está íntimamente ligado al de Clinton, mantenía su "fe y confianza" en el presidente, aunque desde sus vacaciones en Hawai. El apoyo de diputados y senadores es vital para Clinton, porque la decisión para el inicio del proceso de destitución presidencial o impeachment depende de los congresistas y no del fiscal Starr, ni de los tribunales.
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