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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aislamiento

Hace unos días, cenando en una terraza veraniega, agradable y fresca, entre otros amigos con una hermosa joven que acaba de terminar en Estados Unidos la carrera de arquitectura, surgió el asunto de la mejor manera de combatir el ruido con la finalidad de hacer más agradable la convivencia. Nos referíamos al ruido en general y a los pequeños ruidos que suelen hacer de nuestros hogares lugar incómodo, si no fuente de lesiones auditivas o, al menos, causan malestar, irritación, insomnio. Expuse mi asombro por el hecho de que algunos pequeños cines, de esos que se agrupan amontonados para mejor atraer clientes por la variedad de sus programas, a pesar de estar muy juntos, o pegados los unos a los otros, sólo separados por una pared o muro, disponen de un sistema de aislamiento que les permite atacar sin piedad los oídos de los espectadores con una potencia desmesurada de decibelios sin que de ello se resientan los de la sala vecina, que ni perciben un mero susurro, y eso, además, en época en que están de moda las horrísonas películas cuyo principal argumento es la caída a la Tierra de un pedrusco espacial.

Si ese mismo sistema se adoptara en otros locales, los llamados "de copas", que tanto estruendo suelen hacer para disgusto de sus vecinos o próximos, éstos podrían descansar o dormir tranquilamente, ajenos a la juerga o bullicio cercanos.

Ya sé que esa solución cuesta dinero, pero más costoso es el daño que, de una manera incesante e impune, se causa a los sufridos oidores.

Otro amigo que asistía a la cena nos contó que el Ayuntamiento ha cerrado un local "de copas" de su propiedad, que tenía alquilado, porque su inquilino no atendió la orden municipal de insonorizarlo. ¿Por qué no lo hizo el arrendatario?

Sencillamente, porque le costaba caro, según dijo a mi amigo el propietario. Es decir, que solución para librarnos de ruidos molestos la hay, y quien no quiera adoptarla habrá de atenerse a las consecuencias, pero ¿cuántos locales conocemos que se hayan cerrado por este motivo? Deberían serlo todos los que no evitaran la emisión de ruidos excesivos, absolutamente todos.

Y en cuanto a los ruidos del hogar, esos que producen los aparatos electrodomésticos o los sistemas hidráulicos, que tanta comodidad nos proporcionan, sería deseable que los ingenieros que diseñan máquinas o instrumentos y los arquitectos que los sitúan en nuestras casas lo hicieran pensando en algo tan sencillo como su funcionamiento sin molestias.-

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