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SANT MATEU

Villa de caballeros medievales

El paseo urbano cuenta con artísticas fuentes y palacios señoriales

La antigua ciudad medieval de Sant Mateu se encuentra en el centro de un territorio que perteneció a la jurisdicción del maestre de la Orden de Montesa. Estos caballeros se guiaban por la regla de los monjes cistercienses y tenían el emblema de una cruz florida, igual que la Orden de Calatrava, por ser filial de esta. Se trata de una tierra blasonada por donde cabalgaron a sus anchas los caballeros de Montesa, orden fundada por el rey Jaime II con el beneplácito del papa Juan XXII. Sant Mateu se encuentra en la carretera comarcal 238, que directamente desde Castellón de la Plana, después de cruzar Borriol y Cabanes, entre otras poblaciones, permite llegar a la villa. Otro camino posible es desde Vinaròs por la nacional 232. La comarca tiene el nombre de Maestrazgo, en este caso Baix Maestrat, palabra que alude al conjunto de beneficios impositivos que tenía cada maestre sobre su territorio a cambio de ofrecer a sus vecinos una adecuada atención religiosa. La casa central de esta orden de caballeros se encontraba en el castillo de Montesa, en la comarca de La Costera. Lejos de la sede, Sant Mateu se transformó en el núcleo urbano más activo. Aquí se celebraron varios capítulos de la Orden y el monarca convocó Cortes del Reino en numerosas ocasiones. Durante los tres siglos de hegemonía medieval que ejercieron estos caballeros, la ciudad se transformó en un centro artesanal, ganadero y comercial de gran actividad, promoviendo operaciones de exportación de lana con destino a los telares italianos de Florencia. Hay además otro hito histórico que vivió esta villa del interior castellonense. En 1429 fue el escenario donde Clemente VIII, sucesor del controvertido Papa Luna que se refugió en Peñíscola, renunció ante el cardenal Pedro de Foix a seguir siendo el heredero del apóstol Pedro. Con esta retirada se pacificó el ambiente de la iglesia católica y se puso fin al Cisma de Occidente. Y Clemente VIII, que en realidad era el canónigo de Valencia Gil Sánchez Muñoz, recibió en compensación el obispado de Mallorca. Un paseo por la población permite descubrir los espacios donde se desarrollaron estas páginas de la historia. La plaza Mayor porticada, con la fuente del Ángel en un lateral, es el punto de partida de las principales calles donde los caballeros situaron sus casas y palacios. En un lateral el edificio del Ayuntamiento conserva en su salón de actos un bello artesonado. La fachada del siglo XV presenta los característicos ventanales trilobulados. A continuación el palacio Borrull y un antiguo horno gótico, todavía en funcionamiento, son otros excelentes ejemplos de arquitectura civil. En otro extremo de la plaza la iglesia arciprestal mantiene su doble característica de edificio románico y gótico visualizado en las dos portadas que descubre el visitante. Los altos contrafuertes que mantienen su nave central y la imponente torre hexagonal es la primera imagen que capta el viajero cuando se aproxima a la villa. El paseo urbano por las calles Morella, La Cort y Valencia, todas ellas con origen en la plaza, permite conocer la preciosa fuente de Santa María adornada por cuatro columnas toscanas, las iglesias de San Pedro y las Madres Agustinas, esta última de estilo barroco, y el palacio del Marqués de Villores, de factura renacentista.

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