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UNA PRESIDENCIA EN APUROS

Clinton sostiene que ni cometió perjurio ni obstruyó a la justicia en el "caso Lewinsky"

Tras siete meses de repetidas y tajantes negativas, Bill Clinton admitió ayer ante un gran jurado que había mantenido relaciones sexuales con Monica Lewinsky (piadosamente matizadas por el presidente como "relación física impropia") en abierta contradicción con lo declarado bajo juramento el pasado enero en el caso Paula Jones y con una solemne promesa al país de que esas relaciones nunca existieron. Ante la ausencia de una confirmación oficial, esta era la conclusión anoche de todos los medios norteamericanos después de consultar diversas fuentes legales y de la Casa Blanca.

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De acuerdo con las mismas fuentes, Clinton reafirmó que nunca cometió perjurio ni intentó obstruir la acción de la justicia, extremos éstos que pretende probar el fiscal especial Kenneth Starr. Entretanto, la nación esperaba ansiosa las explicaciones de su presidente, previstas para la madrugada española en una intervención televisiva, anunciada a los medios de comunicación por el principal abogado de Clinton, David Kendall, en unas escuetas palabras al término de la declaración presidencial en la Casa Blanca.

Kendall no ofreció ninguna pista sobre el contenido del testimonio de Clinton y se limitó a decir que "el presidente había declarado voluntaria y verazmente durante más de cuatro horas" ante el gran jurado y que ofrecería su versión de los hechos al pueblo de Estados Unidos en una declaración televisiva a las 10 de la noche hora local (cuatro de la madrugada, hora peninsular española). Kendall aprovechó la ocasión para atacar la labor de Starr y expresar su confianza de que la declaración de Clinton pondría fin a "una investigación de cuatro años, que ha costado más de 40 millones de dólares" (más de 6.000 millones de pesetas).

Asesores enfrentados

La declaración de Clinton, retransmitida por circuito cerrado de televisión desde la Sala de Mapas de la mansión presidencial al tribunal federal donde se encuentra el jurado, comenzó a la una de la tarde (siete de la tarde, hora peninsular española). El presidente tiene previsto iniciar hoy sus vacaciones con su familia en Martha"s Vinyard, en la costa de Massachusetts. La dramática declaración del 42º presidente de EEUU, esperada ansiosamente por todo el país, ha producido en la Casa Blanca una situación verdaderamente kafkiana con el equipo jurídico enfrentado a los asesores políticos presidenciales por el contenido del testimonio de Clinton. Mientras que Kendall y sus colaboradores han defendido a capa y espada la necesidad de que Clinton siga manteniendo a ultranza su negativa a admitir la existencia de relaciones sexuales con Lewinsky por temor a dejar expuesto a Clinton a una acusación de perjurio, los asesores políticos se han inclinado por una admisión parcial de la existencia de esas relaciones ante una opinión pública, que, abrumadoramente (el 75% de los encuestados) piensa que existió un affaire.

Desde el pasado viernes, y ante la imposibilidad de discutir el caso personalmente con Clinton por el peligro de ser llamados a declarar ante el gran jurado como ha ocurrido con más de 80 colaboradores, amigos y empleados del presidente, los asesores optaron por lanzar mensajes al primer mandatario a través de filtraciones en los medios de comunicación. Abrió el fuego The New York Times con una información el viernes en la que afirmaba, citando fuentes cercanas a la Casa Blanca, que Clinton estaba considerando la posibilidad de admitir "cierta relación física" con Lewinsky. El sábado, el diario The Washington Post y la agencia Associated Press siguieron la misma línea.

La posición de los asesores políticos era que cualquier intento por parte de Clinton de refugiarse en tecnicismos legales para seguir negando -como ocurrió con la declaración jurada presidencial y la solemne negativa al país hechas en enero- una relación que la gran mayoría del país cree que existió equivaldría a un suicidio político, primero ante la opinión pública y, más tarde, ante el Congreso.

Al final del día, todo parecía indicar que Clinton captó el mensaje de su equipo político y se decidió a admitir ante el gran jurado que había mantenido "una relación física impropia" con Lewinsky, pero que ni le había pedido que mintiera sobre sus relaciones, ni mucho menos había intentado obstruir la justicia. En su hasta ahora única comparecencia ante el gran jurado el pasado día 6, Lewinsky explicó detalladamente la naturaleza de sus encuentros sexuales con el presidente y afirmó que esas relaciones se habían prolongado durante 18 meses, aunque negó que Clinton le pidiera que mintiera específicamente. Sólo discutieron, según Lewinsky, "situaciones hipotéticas" que podrían producirse en el futuro.

El fiscal especial Kenneth Starr estuvo presente durante el testimonio presidencial, pero el peso del interrogatorio lo llevaron sus adjuntos Jackie Bennet y Robert Bittman. Según ha trascendido de fuentes cercanas al equipo de Starr, la actuación fiscal se centró más en las posibles contradicciones de Clinton que en sus posibles relaciones sexuales con la ex becaria, en un intento de demostrar la instigación al perjurio por esas "hipotéticas situaciones".

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