Clinton se enfrenta hoy a Starr y al gran jurado por el "caso Lewinsky"
La hora de la verdad llega hoy para Bill Clinton, cuando a la una de la tarde (hora de Washington) comience su testimonio ante el gran jurado del caso Lewinsky. El momento es histórico, no sólo porque Clinton se convierte en el primer presidente en ejercicio llamado a declarar en una investigación criminal sobre una posible conducta delictiva, sino porque de su declaración depende en gran parte el futuro de su presidencia y el juicio de la historia. Clinton, cuya declaración desde la Casa Blanca será retransmitida por circuito cerrado de televisión a la sala del tribunal federal donde se encuentra el gran jurado, se encontrará en la posición de un soldado que entra en un campo de minas sin saber la localización de los explosivos. Al fiscal especial, Kenneth Starr, y a su equipo de perros de presa les tocará probar en su interrogatorio que, contrariamente a lo declarado por Clinton bajo juramento en enero, el presidente mantuvo relaciones sexuales en la Casa Blanca con la ex becaria Monica Lewinsky, y que, posteriormente, trató de ocultarlas por métodos torticeros. Starr tiene que probar la existencia de esas relaciones, no porque la vida sexual de Clinton le interese a nadie más que a su familia, sino porque, si dichas relaciones han existido y Clinton ha intentado presionar de algun modo a la ex becaria para que las niegue, el presidente podría ser acusado de perjurio, instigación al perjurio y obstrucción a la justicia.
El presidente, que durante todo el fin de semana se mantuvo reunido con sus abogados para ultimar los detalles de su testimonio, tiene la desventaja de no conocer exactamente qué cartas tiene Starr en la mano, tras cerca de siete meses de tomar declaración a una lista interminable de testigos, que incluyen a su secretaria personal, Bettie Currie.
