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BILBAO

Decepcionante encierro de Fraile

Decepcionante encierro de Juan Luis Fraile. Empezó mal el festejo, puesto que debieron devolverse varios toros, en especial el primero. Ese toro tuvo que mandarlo el presidente a los corrales. Al no hacerlo, denotó una falta de independencia, un extremado cuidado hacia la economía de la empresa (Junta Administrativa). Los intereses del público, ¿quién se encarga de velar por ellos? El fiasco de los toros se acentuó por la desigualdad de los pesos. Donde coincidían realmente era en la blandura. ¡Quién lo iba a decir, al paso de los años!

Poco pudimos percibir del buen toreo que atesora José Antonio Campuzano.Tan sólo algunos chizpazos en su segundo; unos apuntes a la veróncia; unos doblones profundos, a ese toro, y tres derechazos de buen son, fueron lo mejor de la tarde , con el añadido de unos aceptables naturales. En su haber, el especial cuidado por no permitir a su cuadrilla que interviniera con la rueda de peones cuando mató a su segundo toro. Los mandó retirar, en tanto el diestro se preparó para descabellar él solito. Como debe ser, pero que es justamente lo que nadie hace.

Fraile / Campuzano, Rodríguez, Uceda

Toros de Juan Luis Fraile, blandos, con trapío; 4º con dificultades, 5º manejable. José Antonio Campuzano: silencio y ovación. Miguel Rodríguez: silencio y vuelta. Uceda Leal: ovación y aplausos.Plaza de Vista Alegre, 16 de agosto. 2ª corrida de feria. Menos de media entrada.

Mucho mejor con el capote estuvo Miguel Rodríguez en sus dos toros, que con la muleta. Vibrantes sus lances al quinto de la tarde. Chicuelinas apretadas forjadas en su primero, segundo de la corrida. Algunos derechazos de cierto valor, aunque no para besarle la mano al santo, y poco más. Otros derechazos, de los que se olvidan antes de pisar el asfalto, y una estocada caída, eso fue su bagaje en la tarde de ayer.El público creyó que le habían dado la faena del siglo y se puso a pedir la oreja desaforadamente. Ya sólo hubiera faltado que el presidente se la concediera. En cuanto a las banderillas que dio a sus toros, bastante vulgares las puestas a su primer toro, y aceptables las que prendió en su otro toro. El tercero de la terna, Uceda Leal, estuvo con ganas, y siempre buscando componer la figura. Buscó robarle pases a su primer toro, de embestida descompuesta. A su segundo, que se dio un topetazo contra un burladero, lo que contribuyó a que la blandura se acentuara, le dibujó algunos derechazos, más otros naturales, pero todo ello dentro de una evidente falta de pulsión. No calaba, porque el toro no daba ninguna garantía de poder.

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