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EL MÉDICO EN CASA

Medicarse uno mismo no es lo mejor

Ahora que se habla tanto del gasto farmacéutico, rara es la ocasión en la que no surge este tema y con él, agrias discusiones sobre las ingentes cantidades de medicamentos que cada familia guarda en casa; incluso, últimamente, con la amenaza del ya famoso medicamentazo, parece que muchas personas, al menos entre los pensionistas, han aumentado más, si cabe, sus reservas domésticas de medicamentos. En cualquier caso, -y esto es lo que aquí queremos dejar claro- jamás debemos automedicarnos. No es recomendable hacer de médico para con uno mismo; al contrario, si tomamos medicinas por nuestra cuenta, es probable que terminemos arrepintiéndonos. Así que lo mejor es deshacerse de ese arsenal farmacéutico que acumulamos en casa, salvo de aquello que sea inocuo. En general, los médicos recomiendan que, una vez concluido el tratamiento, lo correcto es tirar las medicinas sobrantes. Pero, si a alguien "le da pena" desprenderse de algún frasco, tubo de pastillas, o pomada, debería anotar sobre el recipiente para qué ha estado usando ese producto; de este modo, cuando vaya a echar mano de él otra vez, podrá saber si corresponde a los síntomas que tiene en ese momento. Se recomienda fijarse en la fecha de caducidad antes de usar cualquier medicina. Pero, claro, una cosa son los medicamentos específicos y otra muy distinta es disponer de un botiquín; algo necesario, y que, en un caso de urgencia, nos sacará del apuro. Entre las cosas que no deben faltar en este botiquín cabría citar: bolsas de goma, para el agua caliente y para el hielo; vendas de diferentes tamaños; tijeras y pinzas, jabón líquido neutro, tiritas variadas, suero fisiológico, termómetro, gasas estériles, esparadrapo, gasas vaselinizadas; un desinfectante yodado, guantes desechables, amoníaco de farmacia, y un antitérmico-analgésico (paracetamol, ácido acetilsalicílico, o cualquier otro compuesto parecido). Y, eso sí, hay que guardarlo bien; el botiquín siempre ha de estar lejos del alcance de los niños.

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