Ruina inminente en la calle de la Palma

La situación que hoy vive la corrala de la calle de la Palma es el último episodio de un largo proceso que se inició hace 20 años. Hasta 1993, el Ayuntamiento se había gastado más de 19 millones de pesetas en reparaciones que mantuvieran en pie el edificio. No sirvió para nada. Ya en esas fechas, la Gerencia de Urbanismo pidió a los propietarios que tomaran "con carácter de urgencia" las medidas de seguridad necesarias "a fin de evitar accidentes". Según consta en los informes municipales, los copropietarios "procederán de forma inmediata al reconocimiento del estado de la edificación y a la adopción de las medidas oportunas". Unos años antes, en 1982, el Ministerio de Obras Públicas impuso a los dueños una multa de 50.000 pesetas por incumplir una orden de reparación. Y en 1988 los bomberos tuvieron que intervenir en el edificio por el hundimiento parcial de la tercera planta. Pero la situación no mejoró.Después llegaron las quejas al Defensor del Pueblo y a la Comunidad de Madrid. Así hasta que la Gerencia de Urbanismo lanzó su ultimátum para desalojar la finca el pasado día 6.

La edil del distrito Centro, María Antonia Suárez, prometió ayer a los afectados que proseguirá las gestiones con la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV) para buscarles una casa definitiva. La concejal también adelantó que iniciará los contactos con el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) para dar una salida lo más rápida posible a esta situación. Mientras, los vecinos permanecerán en sus casas. Suárez también ofreció a los inquilinos la posibilidad de alojarles en una vivienda provisional o pagarles un hostal o pensión durante dos meses como máximo, informa Europa Press. Los vecinos no aceptaron esta solución y reclaman pisos fijos.

Eugenio Morales criticó la actitud del Consistorio: "La posición actual del Ayuntamiento es negligente y dubitativa. Lo único que hace la actitud de la señora Suárez es dilatar la situación". Mientras, el miedo y el fantasma de la ruina continúan en la mente de los que aún habitan la casa.