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La policía obligó a parar de noche la máquina más ruidosa de la obra de avenida de América

Antonio Jiménez Barca

Un vecino no aguantó más en la madrugada del jueves el estruendo de la máquina perforadora en las obras del intercambiador de transportes de la avenida de América. El hombre se plantó en medio de los trabajos y advirtió de que no se movería de allí hasta que no cesara el ruido. Acudió la policía y le dio la razón al vecino, al que ya secundaban varios residentes más. Los agentes obligaron al capataz a parar las labores más ruidosas. El consejero de Obras Públicas, Luis Eduardo Cortés, admitió que ciertas operaciones son molestas, pero pidió comprensión al vecindario.

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El incidente sucedió a las 1.50 del jueves. El vecino Carlos Otero vive en el piso 17 de un inmueble enclavado al lado de los trabajos del nuevo intercambiador. La altura no le ahorra a Otero el tormento ininterrumpido de la perforadora, que lleva desde que comenzó el mes horadando ruidosamente el suelo de la avenida de América.Otero bajó a las obras y, en compañía de un grupo de vecinos que permanecía "a la expectativa", en expresión del propio parte de la policía, se plantó en medio del recinto vallado y advirtió de que no se iba a mover de ahí hasta que la máquina no se detuviera.

"Lo lamentable es que las obras no paren por la noche, porque todos los vecinos tienen derecho al descanso. Y se están pisoteando nuestros derechos", dijo Otero ayer a Telemadrid horas después del incidente.

Labores urgentes

Tras las protestas de este residente acudió la policía a fin de terciar en la disputa. Un sargento de la Policía Municipal preguntó entonces al capataz de las obras si los trabajos que llevaba a cabo la perforadora eran labores de urgencia. El responsable respondió que no, que se trabajaba a ese ritmo por la noche porque había que cumplir unos plazos determinados, y aludió al problema de la circulación.Desde primeros de agosto, varios carriles de la avenida de América se encuentran cortados para que los obreros puedan trabajar. La Comunidad de Madrid ha prometido que estos trastornos acabarán el 6 de septiembre, a fin de que las obras no conviertan esta zona de Madrid en una ratonera para los coches a la vuelta de las vacaciones. Ayer mismo, el consejero Cortés -que sólo se ha tomado una semana de vacaciones para seguir de cerca esta obra- insistió en que se cumplirán estos plazos.

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A estas fechas se agarró el capataz de la obra a la hora de justificar al policía el estruendo de la taladradora. Pero el sargento opinó que el "ensordecedor" ruido, según el parte que luego redactó, "excedía el nivel de decibelios autorizados y tolerados". La ordenanza municipal estipula que el ruido por la noche en esta zona no puede exceder de 55 decibelios (el equivalente al de una oficina repleta de gente), y un taladro mecánico sobrepasa el centenar. Al final, la policía ordenó al capataz que detuviera la perforadora hasta que fuera de día. Sólo cuando esto ocurrió,Otero accedió a regresar a su domicilio.

El consejero Cortés admitió ayer sin ambages que la máquina era muy ruidosa, pero señaló que sólo tenía que trabajar "dos o tres noches más" y pidió "disculpas y un poco de comprensión" a los madrileños que sufren tan estruendoso martilleo en sus propias casas, informa Fernando Neira.

Los técnicos de Obras Públicas aseguraron que era "absolutamente imposible" detener las obras de noche si se quiere acabar la actuación en superficie antes del 6 de septiembre, tal y como se ha prometido. Aludieron, además, a motivos "psicológicos": "Si no se trabaja por la noche, el trabajo de día cunde mucho menos", señaló un alto cargo regional.

Los trabajos bajo tierra se prolongarán no menos de 15 meses. La futura multiestación albergará cuatro plantas subterráneas con autobuses de largo recorrido, urbanos, un aparcamiento de rotación y otro de residentes. En total, los trabajos costarán 3.500 millones de pesetas, sufragados por las empresas transportistas y constructoras, que luego explotarán el intercambiador.

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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