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Xemai

Posible contracción de José María, aunque no es seguro. Hay quienes sostienen, así Romualdo Aurrecoechea (1932) y Patxi Pérez (1933), que provendría de Shem Bahí, prócer judío quemado delante de la iglesia de San Vicente en 1517. La tesis ya había sido sugerida por Benjamín Echarte en su ya clásico Yitzchàq Luria y Vasconia (1912), donde se recogían además testimonios de cómo habría salido volando de las llamas mientras gritaba: "Artillero, dale fuego a tu..." El decoro nos impide completar esa frase en la que se menta injuriosamente a una madre, pero la frase, según B.E. (1913, II), podría haber servido de inspiración a una famosa canción popular muy posterior. Esta tesis judaizante es, sin embargo, contestada por quienes tachan a los benjaministas de secta antisemita y autoctonista, a quienes acusan de querer quitarse de encima de esta forma a una perla como Xemai. Guapo como Aris, en sus partes, sin embargo, recuerda más a Príapo que a un sacerdote de Cibeles. Le gusta además que se le noten, más aún,que se le vean, pues está dispuesto a ponerlas al fresco a la menor ocasión. Ni joxemaritarra, ni koxkero, no se sabe muy bien en qué barrio nació. Según algunos, cayó del cielo; según otros, brotó de una piedra al rojo vivo. En la actualidad reside en Ayete, pero tampoco se sabe cuánto le va a durar el gusto. Viste como quiere, aunque es capaz de resultar atractivo hasta con andrajos. La iconografía más fidedigna gusta de presentarlo en su apoteosis con falda larga blanca de plisado Fortuny y banda de cuero ciñiéndole el pecho desnudo. Puede cubrirse con gorro de baño color rojo sangre. Para las noches frescas: chaquetilla torera tabaco y oro. Recorre como una exhalación todos los acontecimientos y escenarios festivos sin perderse ninguno, de modo que llega al amanecer rodeado de una corte compuesta por todo lo que ha ido recogiendo a lo largo de la jornada: desde gruppies punkeras hasta mariquitas sesentones, pasando por la hija del director de un banco, la querida del cónsul de un país europeo, y algún que otro carterista al que cobra comisión. Esta noche va rodeado por un grupo de 25 adoradores, que se creen todos ellos a solas con él, tal es el grado de ceguera que consigue inducir en sus víctimas. Ninguno de ellos ve a todos los demás, y cada uno se cree objeto de amor exclusivo. Experto en salir vivo del fuego, se desembarazará con holgura de ese volcán. Eso sí, no les quepa ninguna duda de que esta noche incendiará a alguna. Ultimamente se ha encaprichado con Donostiñe. No es exactamente amor lo que siente, sino, como dice él, sed de justicia. Le duele verla condenada al castigo de tener que soportar de por vida a ese vejestorio de pastelero. Ha intentado abordarla en varias ocasiones, pero ella jamás se ha dignado a prestarle la menor atención, y esa indiferencia le resulta incomprensible. Pero ha ideado ya su última treta. Mañana, en la Consti, en el concurso internacional de fanfares, se acercará a ella. Irá vestido como su penoso rival, como Pastelero: de mil rayas.

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