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José Hierro explica a otros poetas su visión de la guerra

"He llegado hasta la verja que da acceso al parque. Llevaba la llave en la mano y, al acercarme, la he visto abierta. Es raro, me he dicho". Así empieza un escrito poco conocido del poeta José Hierro, El parque, en el que reflexiona sobre la guerra: "Una neblina de otoño esfuma las formas. Barreré las hojas, las amontonaré y les prenderé fuego. Es lo mismo que hice ayer, lo mismo que haré mañana. Como de costumbre, apoyaré la escoba contra el tronco del primer magnolio y fumaré un cigarrillo antes de comenzar la tarea. Pero no hay magnolio".Medio centenar de alumnos y poetas han tenido la oportunidad de leer este poema y comentarlo con su autor. Los protagonistas y estudiosos de la poesía social de posguerra están pasando por un aula del Palacio de la Magdalena de Santander: Pepe Hierro, Ángel González, Carlos Álvarez y Fanny Rubio.

Hierro cree que el poeta "no es una persona que tiene mayor sensibilidad que los demás, sino que, teniendo la misma sensibilidad, busca fijar el instante que se está viviendo para que no se pierda en el río de Heráclito". Cuando él sintió ese deseo de "expresar algo oculto", se fijó en unos textos escolares de poesía, pero le parecieron "palabras que sonaban unas semejantes a las otras y un poco cursis". "Toda una generación nos dimos cuenta antes de la Guerra Civil española de que había unos señores que se llamaban Salinas, Guillén, Lorca, Alberti y Aleixandre, con los que se nos abría un panorama absolutamente nuevo y empezamos a hacer nuestros pinitos", dijo.

El poeta cree que, en su huida de lo sentimental, se pasaba por buscar lo más chocante. "Pero aquellos que quisimos hacer poesía vimos unos hechos lamentables en la guerra y aquel procedimiento de expresión poética hizo que los referentes que teníamos en la poesía del 27 ya no sirvieran. La adorábamos pero no nos servía", añadió.

Contar lo sombrío

Hierro explica el árbol del que sale la Generación del 27: "Hay que mirar un tronco, que es Rubén Darío. Las raíces son la buena lectura de los clásicos y románticos, como Bécquer y unos prerrománticos. Del tronco salen Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y Unamuno". Esos grandes poetas fueron admirados por la generación de Hierro, pero ellos necesitaban contar otra cosa, lo que estaba ocurriendo alrededor: la crueldad, lo sombrío. El escritor Francisco Umbral, que a última hora no pudo participar en este encuentro, estuvo presente por carta.Umbral define las características de la obra de una generación. "Hubo una poesía social de posguerra porque también se canta desde la llaga y porque lo social, o sea las masas, se habían hecho con el protagonismo de la Historia. El poeta pasó de la emoción individual a la emoción colectiva sin mayor dificultad, como escribiera Goethe, sólo entre todos los hombres se realiza lo humano", escribió el columnista.

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