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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La suprema belleza del baile

Toda la magia del baile flamenco nos la ofreció Carmen Cortés en una memorable actuación. En su cuerpo, en sus brazos, en sus manos, en su cintura. En su rostro de belleza oscura y afilada. En sus pies, capaces de una percusión sonora preñada de dificultades y de una diversidad de registros de increíble precisión.El baile de Carmen Cortés es un suntuoso regalo para los ojos del espectador. Nunca había bailado en esta región hasta el año pasado, en que lo hizo en un solo baile acompañando el concierto de su marido Gerardo Núñez. Este año fue llamada como protagonista, bailó siguiriyas y soleares y el público enloqueció literalmente.

Dos únicos estilos, aunque ciertamente de los más complejos y difíciles que existen. Dos ocasiones de oro para la bailaora, que demuestra constantemente una carga de creatividad e imaginación que quizás ninguna otra alcanza hoy. Cortés hace cosas de ensueño en sus giros y quiebros, de tanta dificultad y belleza que se está ganando a pulso un puesto de privilegio entre las figuras históricas del género.

37º Festival del Cante de las Minas

Cante: Vicente Soto, Juana de la Revuelo y Manuel Mairena. Toque: Diego Moreno, Martín Chico y Antonio Carrión. Baile: Carmen Cortés.Catedral del Cante, 10 de agosto. La Unión (Murcia).

La otra mujer de la noche, Juana la de Revuelo, estuvo sembrada de gracia y flamencura. Es la costumbre en ella, por lo demás. La acompañó primorosamente a la guitarra su hijo Martín Chico, quien nos recordaba el eco inolvidable del genial Diego del Gastor. Y Martín Revuelo, el marido de Juana, cantó por bulerías en gallego, euskera, bable y otras muchas lenguas que sólo él conoce, en una estupenda creación que llenó de buen humor la sala.

Los cantaores, Vicente Soto y Mairena, abordaron los estilos jondos de mayor enjundia con solvencia y con sapiencia. Jerez y Sevilla son siempre escuelas de toda confianza, y estos dos cantaores las representan con dignidad. Les acompañaron las guitarras jóvenes, pero excelentes, de Moraito hijo y Antonio Carrión, completando una velada flamenca verdaderamente redonda.

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