El rey Midas verde

RETRATOS

,Los soldados del campamento militar de Sotomayor en Viator (Almería) no musitaban palabra y observaban boquiabiertos las "locuras" de Kunkel y sus experimentos con un trozo de tierra seca. No hubo abonos, no hubo agua, ni semillas. Solamente eso: tierra y piedras. Semanas más tarde renacía la vida de entre esas piedras y un manto verde cubría las parcelas experimentales que días antes sólo mostraban sequedad, materia inerte. A Günter Kunkel (Berlín, 1928) le gustan los retos y dice sonriendo y desafiando al mismo tiempo : "Dame un escombro, que lo haré verde". El investigador botánico alemán ha viajado por todo el mundo y allí donde ha estado, casi siempre en zonas áridas, ha dejado tras de sí un jardín. Autor de unos 45 libros sobre temas fitogeográficos, ecológicos y de conservación y más de 300 publicaciones en revistas científicas, su parecer y consejo en cuestiones medioambientales han sido requeridos por países de todo el mundo. La última petición hecha fue la de ofrecer su criterio a países del Golfo Pérsico en cuanto a las posibilidades del lugar como futuro parque de la biología marina. Pero este hombre se ha dado a conocer por su ingente obra al mismo tiempo que por su proyecto utópico y ahora abortado del Jardín del Desierto en Almería. Tras vivir 13 años en las Islas Canarias, donde formó su propio herbolario y la primera revista botánica del archipiélago, empezó a elucubrar la idea del jardín desértico: "Un día vinieron personas del Icona y me dijeron que si quería realizar ese proyecto nada mejor que hacerlo en Almería", apunta. Lo del jardín en la seca provincia andaluza era una salida digna tras años de trabajo y aportes científicos hechos en las islas, de las que sigue investigando y escribiendo obras en la actualidad, desde su casa en Vélez-Rubio (Almería). Le ilusionaba el proyecto almeriense a la vez que se veía de más en el archipiélago cuando la Universidad de la Laguna sacó sus propios biólogos. Cuenta con resignación e impotencia el paro forzado al que se vio sometido por no poder experimentar con plantas donde otros ya lo hacían. El poder llevar a la realidad su sueño en la península, con el apoyo de instituciones, le sirvió de estímulo profesional por unos años. Pero afirma con cierta rabia que "finalmente no se llegó a un acuerdo". Ni siquiera cuajó el proyecto con Murcia, tras la inversión de 140 millones de pesetas realizada para el utópico vergel, que prefiriró ultimar el proyecto con la universidad. A falta de apoyos, él y su esposa, Mary Anne Kunkel, han llevado el jardín a las puertas de su casa, un cortijo de casi dos hectáreas. "La solución del agua es parcial solamente. Se trata más bien de no deteriorar la tierra y en protegerla con piedras para que nadie la pise". Convencido de que el peor enemigo del planeta es el hombre, el enérgico científico, con título de Comendador otorgado por el Rey, se encomienda a la lectura y a escribir. Su última obra, Jardinería en zonas áridas es una invitación al experimento. Quizá algún día, los experimentos de este jardinero internacional sean tomadas en cuenta para resolver el problema de la desertización. Él, por si acaso, ya lo advierte de antemano: "Si las cosas siguen así en 30 años el desierto estará en Granada y en Jaén".