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El vicepresidente y su escalada de la tensión

Según el portavoz del Gobierno, Josep Piqué, la falta de sintonía de Sergio Marqués con su partido se remonta ya a los primeros meses de Gobierno del Partido Popular en Madrid. En tal caso, la crisis habría venido fraguándose durante casi año y medio, pues los primeros síntomas de desconexión sólo fueron evidentes tras la convención celebrada por los populares en Cangas de Onís hace seis meses.Hasta la pasada primavera, la crisis interna del partido en Asturias pasó por ser un mero objeto de especulaciones en los mentideros políticos; todo ello hasta que la caja de los truenos fue abierta en otra convención, la celebrada en Avilés. Fue entonces cuando el vicepresidente del Gobierno y secretario general del Partido Popular, Francisco Álvarez Cascos, puso las cartas sobre la mesa y lanzó la ofensiva contra Marqués y su Gobierno autónomo, que pronto secundaron significados miembros, como el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo.

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"Prefiero un partido sin Gobierno a un Gobierno sin partido", fue la frase de Álvarez Cascos que inició una escalada de tensiones y hasta desplantes entre las partes, ante el estupor en las bases del partido y en la clase política asturiana.

La gota que habría colmado el vaso la habría puesto, días antes de la convención de Avilés, el consejero regional de Fomento, Juan José Tielve, al reprochar públicamente el haber sido excluido de los discursos protocolarios en un acto institucional presidido por Álvarez Cascos en Asturias.

Las ocurrencias

A Tielve le correspondió desde el principio un destacado papel en la crisis. Habían sido suyas las ocurrencias que el partido achacaba a la gestión del Gobierno autónomo. Algunas de ellas, como un proyecto de funicular al pie del santuario de Covadonga, levantaron una gran polvareda en Asturias. Otras, como la autovía Gijón-Mieres -ya en licitación con cargo a los fondos mineros- recibieron el aplauso unánime.Álvarez Cascos remató la convención de Avilés mostrando todo su apoyo al presidente regional del partido, Isidro Fernández Rozada, alabando la infinita paciencia mostrada hasta entonces para lidiar la situación creada con el Gobierno regional. Cascos reclamó entonces de Marqués el cese de su consejero más ocurrente. La respuesta del presidente fue el enroque y la defensa numantina.

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La escalada de la tensión se prolongó durante semanas, cuando hasta los colaboradores directos de Marqués, entre ellos amigos personales suyos, fueron invitados a abandonarlo para declarar su fidelidad al partido. Se inició entonces una ofensiva contra el presidente asturiano y sus supuestas ínfulas de virrey engreído por el poder. La situación, apenas unas semanas después de que el Partido Popular declarara cumplido el grueso de su programa electoral en el Principado de Asturias, no hizo sino sembrar el desconcierto.

Cinco meses después de haber estallado la crisis, el Partido Popular sigue esperando que Marqués, recientemente suspendido de militancia por ocho años, salga de la trinchera y dimita de la presidencia de Asturias. En el partido cunde la impresión de que su resistencia ha dejado la crisis fuera de control.

El Partido Popular sabe que una parte de su militancia desaprueba la imagen de intervencionismo dada por el vicepresidente Álvarez Cascos, cuando puso su propia voz al pistoletazo de salida del conflicto. Todo ello sin contar con esa otra corriente de opinión que sigue pensando que detrás de todo el problema sólo hay una historia de celos y de rencillas familiares entre dos viejos amigos.

Para el PP en Asturias, el mes de septiembre se dará la salida a una larga y dura carrera por convencer a los electores de que las inversiones y el compromiso con la región asturiana deben colocarse por delante de las discrepancias surgidas con el Ejecutivo autónomo. La vía más moderada del PP cree que la candidatura más apropiada para no ahondar en la herida es la de Ovidio Sánchez, actual presidente del Parlamento asturiano, como cabeza de lista en las elecciones autonómicas del año próximo.

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