El baile demoledor llega con Chemical Brothers Jesus & Mary Chain decepcionan
Los Chemical Brothers acudieron el sábado, por tercer año consecutivo, a su cita con el Festival de Música Independiente de Benicàssim y , literalmente, pusieron patas arriba con su demoledor hard core la carpa de baile. Una actuación que hizo olvidar el mal sabor que dejó Jesus & Mary Chain en un concierto decepcionante. En el mismo escenario, Spiritualized demostró hasta dónde llega su ambición rockera.
Las apuestas comenzaron a torcerse aproximadamente media hora después de que el grupo de los hermanos Jim y William Reid, Jesus & Mary Chain, hiciera acto de presencia sobre el escenario principal del Festival Internacional de Música Independiente de Benicàssim (FIB) pasada la media noche del sábado. Para entonces, los escoceses ya habían perdido buena parte de las papeletas que, a priori, les señalaban como una de las propuestas más destacadas de la jornada. Tenían a su favor un público incondicional que aguardaba un espectáculo, como mínimo, a la altura del que la formación ofreció en la segunda edición del FIB. Sin embargo, no fue un concierto para recordar; más bien, todo lo contrario: nunca piezas tan punzantes e imprescindibles para el pop de las dos últimas décadas como Happy when it rains o April skies sonaron tan irreconocibles y deslavazadas. Tremenda decepción.Semejante cúmulo de despropósitos obliga a replantearse urgentemente el futuro del pop. El pinchadiscos, remezclador y responsable del célebre sello discográfico londinense Mo"Wax lo tiene claro: los Beatles, Byrds, Nirvana o New Order ocupan un hueco privilegiado en su maleta, como demostró en un insólito set que dejó boquiabierto a más de uno, porque, según declaró, todavía siguen siendo las melodías y los estribillos de fácil digestión los mejores ingredientes para elaborar los sonidos más emocionantes y sabrosos a las puertas del siglo XXI. Chemical Brothers, sin embargo, optaron por una sesión de tecno y hardcore absolutamente demoledora, que puso patas arriba la carpa de baile Galax Nitsa. Literalmente. Se despidieron entre ovaciones y con un merecidísimo galardón bajo el brazo, con el que los organizadores quisieron premiar su fidelidad a su comparecencia, por tercer año consecutivo, y apoyo al festival.
La clausura del escenario principal corrió a cargo de los británicos Spiritualized. También se adelantan al futuro, pero con argumentos de sobra conocidos y escasamente novedosos: el blues, el soul, el gospel o el rock & roll más incendiario. Eso sí, en sus manos nada es lo que parece. Reinventan la historia del rock, bajo la batuta maestra de un Jason Pierce que cada vez está más cerca de lograr sus propósitos: inscribir el nombre de su banda junto al de los clásicos del rock del siglo XX.
Luna, Saint Étienne y Teenage Fanclub sirvieron en bandeja de plata la inevitable dosis de pop alternativo que no debe faltar en un festival que, como éste, conjuga su apuesta por el riesgo con el pop más exquisito y vocacionalmente ajeno a las modas del momento. No hubo sorpresas, en ninguno de los tres casos citados, pero tampoco nadie las esperaba. Luna siguen de cerca los pasos de Velvet Underground, Saint Étienne sólo invitan al placer y a la diversión. Sus canciones son tan pegadizas y azucaradas como intrascendentes. Y deliciosas. Ahí, precisamente, reside todo su encanto. Que no es poco. Tampoco la palabra originalidad encaja, ni aun con ayuda de calzador, en el vocabulario de los escoceses Teenage Fanclub. Y, sin embargo, hay pocas cosas que reprocharles.
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