Llegar y arrasar
Carlos Álvarez no podía creérselo del todo al día siguiente del estreno. Debutaba así en Salzburgo, con toda la presión que ello implica. Es cierto que lleva el papel rodado: lo hizo por primera vez en Palma de Mallorca y hace tres años se presentó con él en Mannheim."Me han confirmado que lo esperan de nuevo para el próximo año en Salzburgo. No me esperaba este éxito, la verdad. Aquí el público, especialmente el que asiste a los estrenos, es muy exigente y crítico. Pero conmigo ha sido extraordinariamente caluroso, y eso se agradece de manera especial cuando uno debuta. Me ha sorprendido ver que era el mejor recibido".
Álvarez, nacido en Málaga hace 32 años, se ha instalado en la población austriaca con su mujer y su hijo de siete meses. Al estreno del viernes asistieron sus padres. "Fue una satisfacción para mí, mis padres no habían tenido nunca la ocasión de asistir a espectáculos como éste".
El joven cantante español fue crítico con la caída de cartel de varios de los compañeros previstos. "Perder a Johan Botha me supo francamente mal. Ocurre que a veces la estética prima sobre la obra. No me parece muy educado sustituir a una soprano porque su físico no se adapta al papel. Eso puede saberse antes".
¿Temor a la fama? "Soy un trabajador a pedido. Los papeles verdianos y los donizettianos con más línea de canto son los que mejor se adaptan a mis posibilidades. No tengo prisa". Entre sus próximos compromisos está Ernani, en Viena, a las órdenes de Seiji Ozawa. "Pretendo tomarme todo esto con filosofía. La verdad es que siempre que me han propuesto un papel descabellado, tenían otro alternativo, más sensato, escondido en la manga".
Ése puede ser el riesgo, adentrarse en territorios peligrosos para sus actuales condiciones. En esos territorios mete a Wagner, por supuesto, pero también Macbeth, Nabucco y Aida. "Soy fatalista. Si tienen que venir, vendrán. Pero en su debido momento".
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