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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

España va...

En un país donde el 22% de su población sobrevive en la más degradante pobreza, al que se suma un paro que se mueve e institucionaliza en torno al 20% y unas relaciones laborales donde la precariedad de contratación crea un modelo de trabajo y trabajador propio del subdesarrollo, decir que "España va bien" es mostrar la dosis de hipocresía y cinismo que reina en las alturas del poder político, financiero, etcétera.Me recuerdan una vieja frase que dice: "Cada sociedad es el fiel reflejo de sus dirigentes". Pero donde reside el fondo del problema como causa-efecto de todo ello es en el fracaso de una clase dirigente, pública y privada, que niega el "pan y la sal" al prójimo para poder sobrevivir por encima de su aptitud y merecimiento, no dudando en utilizar el poder que ostentan con tal de estar y seguir cobrando. Razón tenía Thomas Jefferson cuando decía: "Todo Gobierno degenera si se confía únicamente en los gobernantes".

Comprender las razones de este problema requiere situarse en la historia de España, causa y efecto de todo ello; es inútil describirlo por la extensión y complejidad que conlleva. Pero resulta fascinante el análisis, pese a lo trágico, de lo que está sucediendo. Lo pintoresco es que la solución es clara, pero imposible de aplicar en España por las razones históricas mencionadas. Mona Sáhlin, joven sueca dedicada a la política, decía recientemente: "Los políticos tenemos que Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior decirle a la gente la verdad, no lo que resulta más agradable de escuchar". Como fórmula, es infalible para desarrollar positivamente una sociedad, pero imposible en España, dado que su puesta en práctica dejaría sin empleo a la mayoría de políticos que tienen tal oficio como su modus vivendi. Honor, dignidad, respeto a sí mismo, son valores ausentes de la gramática parda de la mayoría de ellos. No resulta extraño que el Comité de Derechos Humanos de la ONU haya condenado por segunda vez a España; derechos que cotidianamente son vulnerados, pero nadie lo denuncia, siendo la justicia el mayor infractor de tales derechos.-

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