Ofensiva en Cuba contra los "millonarios" socialistas
Las autoridades cubanas endurecen las medidas contra el enriquecimiento de los trabajadores por cuenta ajena
, Los cubanos que han logrado sobresalir económicamente en los últimos años aprovechando las rendijas capitalistas abiertas por el Gobierno de Fidel Castro están en el punto de mira. Las autoridades cubanas han desatado una ofensiva, de momento ideológica, contra los millonarios y nuevos ricos socialistas que han surgido al amparo de la apertura económica y del proceso de reformas. El propio Fidel Castro advirtió recientemente en un discurso que "hace muchísimo daño ese exceso de dinero que tiene mucha gente", y llamó a adoptar medidas para evitar que las desigualdades se incrementen."Mientras más contacto tenemos con el capitalismo y más sentimos lo que pasa, más repulsa nos causa", dijo Castro. El mandatario cubano, quien cumplirá 72 años el próximo 13 de agosto, no ocultó al intervenir ante el Parlamento el profundo desagrado que le producen esos nuevos ricos socialistas, a quienes bautizó irónicamente como criollitos.
Fidel Castro no pudo ser más elocuente al describir el perfil de estos millonarios criollos: son "los que acumulan fortunas alquilando las casas que les entregó el Estado"; los dueños de restaurantes privados -popularmente llamados paladares- y otros trabajadores por cuenta propia "que pueden llegar a ganar 1.000 dólares mensuales, equivalentes a 20.000 pesos (unas 150.000 pesetas)", cuando los maestros, médicos y policías que trabajan para el Estado sólo ganan entre 140 y 400 pesos mensuales; y, en general, todos aquellos que obtienen dólares regularmente y en abundancia.
Castro señaló como los criollitos más indeseables a los gerentes cubanos de firmas extranjeras que cobran dólares bajo manga. "Los conozco. En cuanto tienen un poco de dinero ¡cuidado!". Aseguró que enseguida estos individuos se cambian de casa, fabrican "palacios" y en algunos casos "se ven tentados a la especulación y corrupción", y tratan de sobornar a funcionarios para obtener favores.
El discurso que Castro pronunció ante el Parlamento el pasado 22 de julio no fue casual. Se produjo poco después de la entrada en vigor de un nuevo paquete de medidas administrativas y tributarias para "ordenar" el ejercicio del trabajo por cuenta propia, y mientras el Partido Comunista y las organizaciones de masas llevan a cabo una gran ofensiva político-ideológica para luchar contra la corrupción de los dirigentes y directivos cubanos de empresas que tienen acceso a dólares.
Las últimas medidas que afectan a los trabajadores por cuenta propia -los cuentapropistas- adoptadas por el el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social entraron en vigor en julio y, para variar, son restrictivas. Se faculta, por ejemplo, a los Gobiernos locales a suspender el ejercicio de una determinada actividad privada en sus respectivos territorios, y obliga a todos los cuentapropistas que antes pagaban impuestos simultaneamente en pesos y en dólares a hacerlo únicamente en moneda estaounidense.
Otras medidas disponen que para la solicitud de una nueva licencia, a partir de ahora el interesado debe explicar y justificar ante el funcionario correspondiente "qué materias primas y materiales utilizar" para ejercer su trabajo, dónde piensa obtenerlas, "qué herramientas y equipos utilizar" y también "qué vías utilizó para obtenerlas", entre otros requerimientos. Es conocido que el Estado no suministra apenas materiales y herramientas a los particulares, y que la única vía para obtener desde una navaja hasta piel o pintura es el mercado negro. Pero si el solicitante no puede explicarse "a cabalidad", no habrá licencia.
Las 157 profesiones autorizadas para los cuentapropistas por suerte siguen en vigor. Aunque ahora se aclara, por ejemplo, que el que tenga una licencia para ejercer la profesión tipificada como "comprador-vendedor de discos musicales usados" no puede "comercializar discos compactos, dejando esta atribución sólo a la red de establecimientos estatales".
El "reparador de colchones" puede prestar servicio "en su domicilio o en el del cliente", pero le está prohibida "la producción y comercialización de colchones o muelles para éstos". Y más insólito es lo que les ocurre desde julio a los "programadores de equipos de computo". Pueden programar, pero no "impartir docencia en esta materia" ni "prestar servicio de mecanografía en documentos".
El propósito de estas medidas es evitar que los trabajadores por cuenta propia, unos 160.000 en toda la isla -40.000 menos que en 1996-, acumulen demasiado capital y se conviertan en nuevos ricos.
El propio Fidel Castro dio ante el Parlamento la receta para impedir que se profundicen las desigualdades sociales: "Impuestos para los que ganaran mucho, recursos para los que ingresan menos". Y a los criollitos, aunque tengan dinero, nada de autorizaciones para comprarse coches. "Si empezamos a vender carros a los que tengan dólares, vamos a tener a toda una clase rica paseándose por La Habana", advirtió. Una de las primeras reacciones a la ofensiva estatal contra los nuevos ricos ha sido, al parecer, la venta masiva de antidiarréicos en las farmacias de dólares.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.