Los fríos del verano

Si a la salida del cine los comentarios del respetable no versan sobre la película, sino sobre la temperatura, mal asunto para el director. Y también para el acondicionador. La mejor temperatura -como la mejor expresión estilística- es la que no se nota, pero esto rara vez ocurre, y resulta más común ver en el mismo local a una persona que se queja del frío polar y a otra que abomina del calor tropical. ¿Quién tiene razón?Los clientes de los locales públicos no disponen de una ley a la que agarrarse en caso de desasosiego térmico, pero pueden servirse, a modo de aproximación, de la legislación sobre salud laboral: los problemas son los mismos, aunque más graves para un empleado que para un consumidor. El Real Decreto 486/1997 establece que los lugares de trabajo sedentario deben variar entre 17 y 27 grados centígrados, y los de trabajo ligero, entre 14 y 25.

La verdad es que no resulta fácil salirse de unos márgenes tan amplios y, termómetro en mano, se puede comprobar que pocos locales los incumplen. Por ejemplo, las dependencias en Madrid de El Corte Inglés -refugio veraniego de transeúntes sofocados- se mantienen entre 23 y 25 grados centígrados, incluso cuando en la calle se rozan los 40. Las tiendas de ropa, librerías y centros comerciales examinados en un paseo casual por el centro de la capital arrojaron temperaturas próximas a los 24 grados en todos los casos. Los supermercados de alimentación suelen pisar un poco más el acelerador: 21 grados junto a la pescadería de un Hipercor. Y algunos cines lo aflojan: 26 grados en una sala de los cines Alphaville.

Por más razonables que parezcan estas temperaturas, siempre hay algunos usuarios que se quejan. Las personas con un metabolismo hiperactivo -gentes a las que no es difícil ver en enero en mangas de camisa- pueden pasar calor en un local público mantenido a 23 grados centígrados, mientras a su lado se pelan de frío los sometidos a tridentinas dietas de adelgazamiento, que reducen el metabolismo basal.

Sudor personalizado

Ni sudando somos iguales los humanos. Evaporar sudor es la principal estrategia del cuerpo para hacer frente a las altas temperaturas. (La razón es la siguiente: las moléculas más calientes saltan al aire antes que las demás; tras la evaporación, por tanto, el sudor que queda en estado líquido está en promedio más frío). Sin embargo, la facilidad con que el sudor se evapora depende de su contenido en sales, y éste es distinto en cada persona: un factor más para el desacuerdo.Las auditoras ambientales han tenido que vadear este problema de la manera habitual en las situaciones complejas: mediante un recurso estadístico. El truco es utilizar una magnitud llamada PPI (porcentaje de personas insatisfechas), que se puede calcular a partir de la temperatura interior y exterior, el grado de actividad, el tipo de ropa y otras cantidades conocidas. Si el PPI es inferior al 9%, la calidad se considera aceptable. Siempre resulta duro pertenecer a una minoría marginal.