El Museo de Bellas Artes de Bilbao muestra la riqueza de la pintura flamenca
El legado del coleccionista Laureano de Jado permitió al Museo de Bellas Artes de Bilbao incorporar a sus fondos una importante colección de pintura flamenca, cuando en 1927 el carácter del museo estaba todavía en plena gestación. La selección de obras de los siglos XV y XVI reunida ahora en una exposición muestra un profundo afán innovador en la técnica y la composición, una minuciosidad extrema en la elaboración y la espléndida riqueza cromática de la escuela flamenca. La muestra cuenta con 22 obras.
Las pinturas flamencas del legado de Laureano de Jado se han enriquecido posteriormente con otras donaciones y compras, como las recientes adquisiciones de Lamentaciones sobre Cristo muerto, de Van Dyck y El dios Pan tocando la flauta, de Jacob Jordaens. La exposición, que permanecerá abierta al público en la sala Gabinete del museo bilbaíno hasta el 27 de septiembre, revela la preferencia de los pintores de la escuela flamenca por la representación de temas religiosos, fundamentalmente de pequeño formato, características que respondían a las demandas de su clientela. Por encima de estos rasgos, los artistas flamencos marcaron su trabajo con una amplia paleta de color, que utilizaron con perfeccionismo. Fueron innovadores, más allá del manejo de una composición e iconografía propias, en su manera de plasmar la realidad con todo detalle. La pintura flamenca se desarrolló a inicios del siglo XV en Flandes, territorio formado por lo que hoy ocupa el sur de Holanda, y parte de Bélgica y el norte de Francia, pero desde sus inicios alcanzó gran difusión en toda Europa. Las obras expuestas permiten recorrer la evolución de esta escuela. Los temas son casi exclusivamente religiosos, sobre todo en la etapa inicial. Los pormenores del escenario sobre el que se desarrolla la escena representada merecieron para los artistas flamencos tanta atención como la historia narrada. Crearon, además, nuevos géneros, como los retratos individuales y de grupo, con una óptica más humana y expresiva que la utilizada hasta entonces. En el siglo XVI tomaron ya entidad propia los paisajes, los bodegones y las vistas de ciudades, que en los primitivos flamencos aparecían ocupando un segundo plano en las composiciones. Los pintores flamencos emplearon, sobre soportes de madera de roble, materiales de calidad.
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