Ana Curra reclama en Gandia el regreso de los circuitos de actuaciones en directo
Cuando Ana Curra llegó a Madrid procedente de El Escorial no sabía que su vida iba a entrar a formar parte de una época que marcó la de varias generaciones de jóvenes. Eran los años finales de la década de los setenta y principios de los ochenta. En el rastro madrileño contactó con los componentes de Kaka de Luxe, y de esta unión casual surgiría después la formación Alaska y Los Pegamoides, con Curra en la caja de rítmos y los teclados. Era el momento también de dos grupos "históricos" en la música española: Radio Futura y Paraíso. El underground estaba finalizando y comenzaba la denominada movida madrileña. Un término que para Ana Curra fue impuesto "desde fuera", por personas que no formaron parte de ella. Tampoco se puede etiquetar a los grupos que pasaron por esta época como "una generación", dice. "De Olvido a Pedro Almodóvar distan diez años y no se puede meter en el mismo saco a gente tan dispar", añade. Fue más bien una creación de quienes querían sacar partido de ello: "Ayuntamientos, socialistas, intelectuales de pacotilla y modernos que empiezan a apropiarse de una serie de cosas que están ocurriendo en la ciudad", añade. La cantante y compositora recordó ayer, durante una conferencia que con el título Fiesta, música y drogas ofreció en la Universitat d"Estiu de Gandia, toda esta época que, aunque mal etiquetada como Curra denuncia, es parte también de la memoria y de la historia de la transición española. Tras la disolución de Alaska y Los Pegamoides en 1982 Curra entra a formar parte de Parálisis Permanente, un grupo que la marcaría profesional y sentimentalmente por su relación con el líder de esta formación, Eduardo. Para Ana Curra aquella etapa "no se trató de ningún movimiento artístico ni cultural y mucho menos de un movimiento ideológico, sino de creadores y talentos individuales". En la actualidad, la cantante echa de menos todos estos factores en el panorama musical. "Faltan algunos ingredientes, pero sobre todo faltan grupos con verdadero carisma", con un tirón lo suficientemente fuerte como los de aquellos tiempos cuyo recuerdo perdura en la actualidad. Pero sobre todo han desaparecido los "circuitos de bares y actuaciones en directo", una carencia que Curra recrimina. "Ahora existen los supermercados de rock. Si quieres ir a ver a un grupo tienes que irte a Benicàssim o al Festimad, pagar 12.000 pesetas y tragarte quince grupos cuando sólo te interesa uno", afirma. De su experiencia artística Ana Curra ofreció a los asistentes una reflexión: "Abrir puertas, contagiar pasión y fundirlo con nuestras vidas".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.