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Crítica:FOLCLOR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Arrebato de tambores

Más Cuba. Esta vez ni son, ni salsa, ni trova... Entre toda la oferta veraniega, procedente de la isla del Caribe, no ha habido nada similar a estos mulatos y negros, que toman su denominación de las tiras de dibujos que publicaban los periódicos cubanos. Desde 1952 -entonces se llamaban Guaguancó Matancero-, se han ido erigiendo en los principales maestros de la rumba. Un día de aquel año, en un bar, varios amigos empezaron a golpear vasos y botellas sobre el mostrador, con el fin de acompañar una canción que salía de la vitrola. Los nombres de Florencio Calle, Juan Mesa, Saldiguera o Virulilla quedaron ya para la historia. Hoy, Diosdado Ramos dirige a Los Muñequitos de Matanzas: cinco cantantes, seis bailarines y seis percusionistas. Tenían que ser de Matanzas. La región al este de La Habana fue uno de los grandes centros de producción azucarera durante la época colonial, y los esclavos crearon movimientos de autodefensa. Allí se han conservado, con mayor fidelidad, algunas tradiciones africanas. La primera parte la dedicaron Los Muñequitos a unos cuadros de inspiración religiosa. Orichas y santos: las divinidades de los panteones espirituales afrocubanos. Fueron la danza ritual a Elegguá, señor de las encrucijadas que abre y cierra los caminos, encarnado en un niño travieso; danzas de los congos con la nganga o caldero que contiene las cargas mágicas de los creyentes; los bailes de la coqueta Ochún, vestida de amarillo, y del guerrero Oggún, con sus colores negro, verde y morado; una danza de los ñáñigos, la sociedad de hombres abacuá, con aparición de los iremes o diablillos de rostros cubiertos, por aquello del secretismo. Escenificaciones que gustan mucho en Estados Unidos, donde les debe sonar a algo, a medio camino entre la cabaña del Tío Tom y un Porgy and Bess tropical y salvaje.Y llegó la segunda parte. Aquella en la que Los Muñequitos de Matanzas son los amos. La rumba: columbia, yambú o guaguancó. Tambores, cantos y bailes del solar; percusiones y voces para crear una atmósfera de trance. Con una inesperada versión del Porrompompero, cerraron la noche con una tremenda exhibición percusiva.

Los Muñequitos de Matanzas

Sala Caracol. Madrid, 29 de julio

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