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La cultura de la calle

Decenas de jóvenes aprenden en San Sebastián el "hip-hop", el arte del "grafito" y el de "pinchar" discos

Maribel Marín Yarza

En San Sebastián apenas se encuentran grafitos en las calles y en pocas ocasiones se sorprende a jóvenes bailando los ritmos del hip-hop de forma improvisada. Salvo estos días. Los organizadores de la 33 edición del Festival de Jazz de San Sebastián y el departamento de Juventud del Ayuntamiento de San Sebastián han ofrecido durante una semana la alternativa a los grandes conciertos de los maestros del jazz en forma de talleres de hip-hop, pintada y pinchadiscos, que complementan y enriquecen el mestizaje de estilos y propuestas del Jazzaldia. De hecho, la decisión de incluir por primera vez este año el hip-hop, con una base musical normalmente pregrabada, que se frasea al estilo del rap, no deja de ser un reto, porque se trata de un estilo que emerge con fuerza entre los jóvenes, pero que no alcanza a los más clásicos. Precisamente el saxofonista norteamericano George Coleman dijo el lunes en San Sebastián: "el hip-hop no es nada, es algo comercial que se hace exclusivamente para ganar dinero". Sin embargo, los jóvenes no coinciden con las palabras del maestro a juzgar por la aceptación del taller que han impartido durante seis días los dos componentes del Tribal Jam, un grupo multirracial considerado como la quintaesencia de la cultura hip- hop, que actuó ayer en la jornada dedicada a este estilo. Porque los aficionados a esta expresión musical que nació en Estados Unidos en los años 70, se niegan a limitar su definición al campo de la música. "No es una religión pero sí una mentalidad, una cultura de paz que no diferencia entre blancos y negros, una manera de conocerse a uno mismo", afirma el artista plástico Design, que junto con Spirit ha recalado también en San Sebastián para enseñar la técnica del grafito. Durante estos días 15 jóvenes han compartido con los profesionales de este arte horas y horas de trabajo. El resultado: dos murales inmensos de 14 por 6, en los que la creatividad se la han reservado los expertos para el diseño. Y sus alumnos, con decenas de sprays a su disposición, vestidos con pantalones anchos y camisetas acordes para la ocasión, han plasmado en el mural esa idea inicial de unos profesionales dedicados en cuerpo y alma al grafito. Design se inició en este arte con tan sólo 13 años. Hijo de padres portorriqueños, este artista nacido en Chicago vio un documental sobre el grafito de Nueva York en un viaje al país de sus ancestros. "Entonces supe que esto era lo que quería hacer el resto de mi vida". Design pinta en galerías de arte, expone murales en festivales y otros eventos y es consciente de que los jóvenes " siempre van a pintar en las paredes de los edificios que encuentren a su paso". Ahí radica para él la conveniencia de realizar talleres como el que ha impartido en San Sebastián durante estos días. "Tenemos que enseñarles a hacerlo de otra forma, sobre murales, tenemos que educarles en la belleza de este arte", concluye.

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