_
_
_
_
BARCELONA

Disloque cordobesista

Dos horas y media de corrida, de la que poco habría que hablar si no fuese por las conocidas dotes de animador de El Cordobés, que esta vez también toreó. Porque ni Litri ni Ponce consiguieron lucirse más que aisladamente ante sendos lotes poco propicios. No puede negárseles la voluntad y las buenas intenciones, pero lo que hicieron no queda para el recuerdo. Y eso que en los toros primero y segundo hubo fuertes peticiones de oreja, que la presidencia no atendió.El primero tenía problemas y Litri fue metiéndolo poco a poco en la muleta, en un trasteo de mérito, aunque un punto acelerado. El sobrero, de Joselito, era un mulo, mansurrón y sosísimo, con el que Litri también estuvo decidido y digno, intentando justificar sus repetidas presencias en la Monumental.

Torrealta / Litri, Ponce, Cordobés

Cuatro toros de Torrealta, 1º de María Lourdes Martín y 4º, sobrero, de José Miguel Arroyo, desiguales de presencia y juego. Litri: aviso y ovación; ovación. Enrique Ponce: aviso y vuelta; silencio. El Cordobés: oreja en los dos; salió a hombros. Plaza Monumental, 26 de julio. Tres cuartos de entrada.

El segundo ya flojeó de manos de salida y tuvo una embestida borreguil, que daba poca o nula emoción a cuanto se hiciese con él. Ponce no se acopló de buen principio, pero luego hubo destellos de su buen gusto e innata torería, aunque nunca a gusto con el astado, como lo prueba el hecho de las fuertes dobladas a finales a un toro muy flojo, realizadas con el deseo de que el animal parase de andar para poder ejecutar la suerte suprema. El quinto fue otro mulo, este de Torrealta, que llegó a la muleta prácticamente parado. Ponce probó y probó terrenos y distancias para ver si el cornúpeta se decidía a embestir, pero ni por ésas.

Y vamos con el animador-torero. En verdad, hay que decir que le tocó el mejor lote, que no acabó de lucir por cuanto verán acto seguido. El tercero, Volandero de nombre, era excelente por los dos pitones, y El Cordobés lo muleteó con buenas maneras por ambos pitones y en los medios con mucha quietud, en faena completa, que tuvo inicio, desarrollo y remate, aunque la boyante embestida de la res se apagase un tanto cuando el diestro optó decididamente por acortar distancias. Una buena estocada y una oreja bien ganada. El sexto también tuvo buena condición, aunque algo más de genio. El Cordobés, siempre con deseos de agradar, inició el trasteo rodilla en tierra junto a las tablas, estando a punto de sufrir un percance. Se llevó el toro a los medios y lo toreó muy bien con la diestra, despacio y con temple, sin inmutarse, cuando sufrió una violenta tarascada. Poco duró tanta belleza, porque volvió a colocarse muy encima, ahogando las embestidas y provocando que el toro, claro, se parase, circunstancia que le vino al pelo para iniciar sus demostraciones histriónico-circenses, impropias de una plaza de primera, aunque el buen público se las ovacionase. Pinchazo y estocada. Entusiasmo general. Una oreja, salida a hombros por la puerta grande y la de Barcelona convertida en una plaza pueblerina, gracias al disloque cordobesista. Apaga y vámonos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_