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El regalo de la diáspora vasca

Un vasco de Getaria como Juan Sebastián Elcano fue el primer marino en dar la vuelta al mundo a bordo de la nave Victoria hace 476 años. Los vascos y el mar: una relación obligada, ligada íntimamente al carácter de un pueblo dedicado durante toda su historia a sacar provecho a los recursos marinos y hacer gala de su gran sentido de la navegación. Un carácter que aún pervive entre los miles de vascos en la diáspora que, desde América, decidieron unirse para reconstruir una trainera de pesca tradicional y ofrecérsela a la tierra que les vio nacer. "Es un sueño hecho realidad", comentaba un emocionado Juan Ramón Cengotitabengoa, presidente de la Sociedad de Estudios vascos de América. Tenía sus motivos. Nacido hace 60 años en Zaldíbar (Vizcaya), lleva 22 años viviendo en Chicago (Illinois). Con su esfuerzo y el de todos los vascos, desde la Patagonia hasta Alaska, consiguió que la Ameritatik Trainerua presidiera ayer la entrada del ayuntamiento bilbaíno. La trainera estaba preciosa: once metros y medio de eslora pintada de negro con una franja amarilla, engalanada con sus gallardetes ondeando de proa a popa, como en las grandes ocasiones y sus doce remos extendidos. La Ameritatik Trainerua es una réplica de las embarcaciones que utilizaban los pescadores vascos en 1750. Heredera de aquellas lanchas balleneras, esta trainera navegaba a remo y vela y fue utilizada por muchas generaciones de pescadores vascos. Esta embarcación, construida para la pesca de anchoa y sardina en el Golfo de Vizcaya, tenía la gran reputación de ser extremadamente rápida. El acto de ayer fue la culminación a una idea que rondaba la cabeza de un donostiarra de 33 años, Xabier Agote. Tras años de peregrinaje por las instituciones vascas para recuperar el patrimonio marítimo vasco, Agote encontró el apoyo necesario en Estados Unidos, y más en concreto, en el presidente de la Society of Basque Studies in América, "J.R", como bien hacen en llamar a este vasco de complicado apellido Cengotitabengoa. "Esta es la mejor forma de recordar el papel de nuestros marinos en la historia", explicaba Agote. "Y qué mejor homenaje a nuestra cultura, nuestras raíces, que reunir entre todos los vascos de América los fondos necesarios para este desafío", añadía Juan Ramón. Y así fue como se hizo realidad este obsequio. Xabier Agote se puso manos a la obra en Maine, al Noreste de Estados Unidos, con la ayuda de los alumnos de la famosa escuela de carpintería de rivera Atlantic Challenge Fundation. Unos meses después, el 10 de Mayo, la trainera fue botada en Maine y puesta a prueba en su primera travesía rumbo a Nueva York. Allí, entre modernísimas embarcaciones, enfrente de la Estatua de la Libertad, en plena bahía de Manhattan, la Ameritatik Trainerua navegaba con una tripulación norteamericana patroneada por el propio Agote. "Por primera vez, los americanos oyeron hablar del País vasco, de sus costumbres y tradiciones, sin conflictos políticos". Los 75.000 dólares (más de 11 millones de pesetas) desembolsados en el proyecto habían merecido la pena. La idea original de Agote había calado: hablar de cultura y la historia del País vasco. Era el momento de plegar velas y trasladar la trainera hasta Euskadi. La Cámara de Comercio de Bilbao se encargó de los trámites y costos del traslado. Y llegó el pasado 30 de Junio para ser recluida en Ziérbena antes de su presentación oficial. En respuesta a la generosidad de sus compatriotas en América, el País vasco ha organizado la ruta que emprenedrá a partir de hoy la trainera de las Américas. Será una fiesta. Recalará en todos los puertos vascos, desde Muskiz hasta Bayona, en un recorrido de 102 millas y media, y que finalizará el próximo viernes 21 de agosto. De localidad en localidad, la Ameritatik Trainerua será tripulada por 16 remeros de cada puerto. Ellos tendrán el placer de nevegar a remo y vela en esta rápida embarcación de pequeño calado que un día, hace más de dos siglos, fue herramienta de trabajo de sus ancestros. Menudo regalo de los vascos de América.

El origen de las regatas

La réplica con la que los vascos americanos obsequiaron ayer a todo Euskadi, tenía hace 250 años la reputación de ser una embarcación extremadamente rápida. Ese era uno de sus grandes secretos. La forma del casco permitía a los marinos y pescadores de la época situarse con la mayor celeridad en los calados de pesca. Tanto, que entre ellos, establecían una especie de competición por llegar lo antes posible allí donde se encontraba la anchoa o sardina. Y todavía más por regresar cuanto antes a puerto. Los primeros en llegar tenían asegurado vender sus productos al mejor precio. Las regatas de hoy, que reúnen a miles y miles de personas, no son sino una rememoración de aquella tradición. Por eso, en el peregrinar de la Ameriketatik Trainerua hasta Bayona, que parte hoy desde Muskiz pasando por todos los pueblos costeros, sin excepción, los esforzados remeros de las esponsorizadas traineras de hoy, han sido los elegidos para rememorar aquellos tiempos.

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