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El Ejército ruandés mata a uno de los máximos jefes de la milicia radical hutu

Las noticias son confusas. Algunas fuentes hablan de 250 rebeldes hutus muertos en los combates durante esta semana.Otras, de medio centenar ayer. De lo que no cabe duda alguna es de que entre los fallecidos se encuentra el coronel Leonard Nkundiye, de 46 años, considerado uno de los máximos jefes del Ejército de Liberación de Ruanda (ELR), organización que recoge los restos del antiguo Ejército hutu y de las milicias de choque interhamwes (los que matan juntos), responsables del genocidio de cerca de un millón de personas, tutsis y hutus moderados, en 1994.El cadáver de Nkundiye fue expuesto al público en la oficina comunal de Giciye, en el noroeste del país. Vestía pantalón gris y camisa de rayas. Estaba rodeado de efectivos de la antigua guerrilla tutsi del Ejército Patriótico Ruandés (EPR), hoy en el poder. La mayoría de los vecinos lo reconoció. El EPR cree que Nkundiye es también Komeza Shiaka, un alias con el que firmaba los comunicados del ELR, del que era su portavoz oficial.

La muerte de Nkundiye y de un número indeterminado de sus hombres se produjo al ser detectados por los vecinos, que dieron aviso al EPR. Desde primera hora de la mañana de ayer, en el área de Gisenyi, próximo a la frontera con la República Democrática de Congo, se preparó un vasto operativo en el que participaron tres compañías. Un total de 300 hombres. Les tendieron una emboscada en los bosques cercanos. El coronel murió de un balazo en la cabeza. Ésa es la versión oficial. Aunque su cuerpo presentaba al menos dos heridas. Los soldados del EPR persiguieron a los guerrilleros hutus que se batían en desbandada matando, al menos, a 50 de ellos.

La muerte del coronel Nkundiye es, según el Gobierno de Kigali, un duro golpe a la guerrilla. Fue uno de los responsables del genocidio, pues ocupaba en 1994 un alto puesto en la guardia presidencial del difunto Juvenal Habyarimana. "Sin duda va a plantear problemas a la rebelión, que no tiene medios para reorganizarse con rapidez", aseguró ayer un alto mando militar tutsi.

La guerrilla hutu es uno de los principales problemas con el que se topa el Gobierno de Kigali. Sus ataques son constantes desde sus campamentos situados en el este del antiguo Zaire. Ayer, el mismo Gobierno puso en libertad a 136 personas detenidas por su presunta implicación en el genocidio, al no haber podido establecer su culpabilidad. Por otra parte, los dos sacerdotes belgas secuestrados por la guerrilla hutu fueron liberados "sanos y salvos", según el Ministerio belga de Exteriores.

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