Historia dentro de otra historia
Sólo conocido por el público español a través de sus muy escasos títulos exhibidos de manera comercial y por los ciclos realizados por las diferentes filmotecas, el cineasta chileno Raúl Ruiz, o Raoul Ruiz desde que en el año 1974 se instala en Francia huyendo de la dictadura del general Pinochet, es uno de los personajes más emblemáticos del mejor cine actual.A sus cincuenta y tantos años ha realizado alrededor de 100 largometrajes, pero todos ellos muy lejos de sus chapuceros colegas, que prefieren la cantidad a la calidad, la obra de Raúl Ruiz está por el contrario extremadamente cuidada, está bien rodada y además es muy personal. Es un gran fabulador y un excelente narrador, que a lo largo de sus películas cuenta una misma historia que una y otra vez se enrosca sobre sí misma o, si se prefiere, cuenta diferentes versiones de una misma historia.
Genealogías de un crimen
Director: Raúl Ruiz. Guión: R. Ruiz, P. Bonitzer. Fotografía: S. Ivanov. Música: J. Arriagada. Francia, 1996. Intérpretes: Catherine Deneuve, Michel Piccoli, Melvin Poupaud, Andrzej Seweryn, Bernadette Lafont. Madrid: Ideal (V. O.).
Su cine sólo ha variado porque a lo largo de sus 100 películas y sus 30 años de carrera ha aprendido a dominar su oficio, pero también ha variado porque es muy diferente rodar en su país de origen, Chile, en celuloide en blanco y negro, con presupuesto de muy poco dinero y con actores practicamente desconocidos, que hacer la película en París, en color, protagonizada por Catherine Deneuve y Michel Piccoli y contando con un presupuesto adecuado.
Ganadora del Oso de Plata en el pasado Festival de Berlín, Genealogías del crimen no es la última producción de Raúl Ruíz. Dado su rapidísimo ritmo de trabajo, después de esta película ha terminado otra, tiene que montar otra rodada posteriormente y a finales de verano comienza el rodaje de una tercera. Sin embargo, y al igual que todas ellas, esta película encierra una historia muy similar a todas las suyas, una historia que se esconde sobre sí misma, como si se tratara de un juego de cajas chinas, una narración dentro de otra.
En esta ocasión, todo gira en torno a un crimen, al asesino y a su abogada defensora y a la forma en que unos personajes juegan a mezclarse con otros dentro de un juego bastante apasionante, aunque esté demasiado apoyado en la palabra y resulte tan literario como cinematográfico. Tanto por lo que se dice como por la forma de decirlo, además de estar lleno de citas y de reminiscencias de muy variados escritores y la presencia del gran novelista Patrick Modiano. Todo ello está bañado con un peculiar humor, que da lugar a algunas escenas tan divertidas como la de la comida entre la abogada protagonista y su madre, que es el eje de la película.
Como gran director de actores, Raúl Ruiz logra que una vez más Catherine Deneuve y Michel Piccoli estén espléndidos, pero también la olvidada actriz Bernadette Lafont, en su breve cometido del personaje del ama de llaves.
Además, Raúl Ruiz consigue que el poco conocido actor polaco Andrzej Seweryn roce la perfección y se convierta en una especie de alter ego del realizador, que es un gran narrador de historias dentro de la propia película.
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