Maragall elogia de Galí "la voluntad de civilizar la ciudad"
Algunos actos sociales encierran una pequeña historia de la ciudad. Ayer, en torno a Beth Galí yal libro dedicado a su obra, Architecture and Design 1966-1998, se congregó una línea argumental y borrosamente genealógica que enlazaba al desarrollismo más ilustrado y a la gauche divine de los 60 con una izquierda urbana y elegante que ha marcado la Barcelona contemporánea. Uno de los oradores en el ferozmente cálido interior del pabellón Mies van der Rohe fue Pasqual Maragall, quien en la ocasión ejercía como ex alcalde, y no como candidato a la presidencia de la Generalitat. Maragall afirmó que Beth Galí personificaba para él "la obra de toda una generación de arquitectos y urbanistas" caracterizados por "la simplicidad, la calidad y la ambición". "Beth Galí", dijo, "representa la voluntad de civilizar la ciudad". El urbanista Oriol Bohigas, el filósofo Xavier Rubert de Ventós, la maestra de modelos Teresa Gimpera, el arquitecto y diseñador Óscar Tusquets, el fotógrafo Leopold Pomés, el empresario Oriol Regás, el arquitecto Enric Sòria, el escultor Xavier Corberó... Una cierta aristocracia de una cierta Barcelona rindió homenaje a Galí, autora o coautora de obras urbanísticas tan destacadas como el parque del Escorxador, el Fossar de la Pedrera donde reposan los restos del presidente Lluis Companys, o el parque del Migdia. Canonización El economista Fabià Estapé pronunció un breve parlamento en el que, con su celebrada iconoclastia, embistió contra el caos de Barajas, contra el error de los criterios de convergencia de Maastricht ("de convergencia, no de Unió") y contra algún intelectual filonacionalista. De paso, negó irónicamente su apoyo "a la doble canonización de Beth Galí y Antoni Gaudí". Beth Galí se confesó emocionada ante el amical auditorio y dijo haber comprendido, casi a los 50 años, que efectivamente "la vida de una persona está hecha de muchas vidas". Aprovechó esa cita marxista para comentar que el Premio Nacional de Arquitectura que se le había concedido en Holanda estaba "muy repartido, como a veces la lotería", y correspondía también a todos quienes la habían influido o habían trabajado con ella. Galí guardó, sin embargo, un agradecimiento "muy especial" para Pasqual Maragall, de quien dijo que había dado un excepcional aliento a la arquitectura. Expresó un deseo, "ojalá todo lo que Maragall ha hecho por Barcelona pueda hacerlo pronto por Cataluña", y pidió perdón inmediatamente: "Se me ha escapado". El acto no era político, pero a Maragall, ciertamente, no le molestó el guiño.
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