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La nostalgia decadente caracteriza la alta costura del próximo invierno

Versace marca el tono futurista y Lacroix prefiere el negro español

Las últimas colecciones de invierno de alta costura del presente siglo desfilan estos días en París bajo el signo de los arrebatos futuristas o de una cierta nostalgia decadente. En cualquiera de los casos, el lujo intimista y la suntuosidad ocupan los palacios y los salones privados de la capital francesa y hasta utilizan, como Christian Dior, la locomotora, las vías y los trenes de la estación de Austerlitz o el Circo de Invierno en el que Givenchy ha cabalgado sobre un caballo blanco portando fechas de plata.

Si el Dior-Express ha traído envuelta en mil mallas a una particular Pocahontas embajadora de la paz, el espectáculo ofrecido por Jean Paul Gaultier, una exhibición de pieles caracterizada por la conjunción del rojo ópera inspirado en la Callas y el negro fatal Bárbara, ha deslumbrado completamente en este pequeño universo surreal de la moda de alta costura.Como siempre, Valentino y sus creaciones concentran el interés de las princesas y de esas jóvenes millonarias que firman los cheques sin mirar detenidamente el número de cifras. Ira de Fustemberg, Sylvia de Waldner, Sharon Stone y la libanesa Mouna Ayoub, la mujer de los mil vestidos, estuvieron naturalmente allí admirando los lujosísimos y finos abrigos y rebecas de cachemir que cubrían los no menos delicados vestidos de seda bordada con que Valentino propone hacer frente al invierno de 1999.

Enmanuel Ungaro ha presentado abrigos sin forros ni revestimientos, verdaderos pesos plumas inspirados en la comodidad y la sensación de familiaridad que otorgan los jerseis y las prendas viejas que uno mantiene consigo durante largos años.

De la misma manera que Chanel elimina los dorados y las camelias, Ungaro ha renunciado excepcionalmente a los sombreros y al negro en beneficio de la tendencia gris que el nuevo diseñador Ocimar Versolato ha definido como la nube que rodea el cuerpo. Versolato, de origen brasileno, tránsfuga de la casa Lanvin, ha presentado en su primera colección oficial vestidos de bordados, sin chaquetas ni botones que se funden en la materia.

Vestido conceptual

Una propuesta bien distinta, desde luego, al vestido conceptual, cubierto con láminas de 60 botones, cortado al bies y titulado Acné juvenil que Adeline André ha mostrado en el Centro Pompidou.El nuevo diseñador ha destacado que su obra busca que el ojo se pasee por el vestido, una tarea no siempre fácil a la hora de los desfiles habida cuenta del protagonismo que mantienen las reinas indestronables de la pasarela. Así, todo el mundo ha creído ver un semblante de tristeza en el rostro de Naomi Campbell, o percibido otros detalles del estado anímico y físico en las modelos consagradas, Linda Evangelista, Amber Valetta, Shalom Harlow, y en las nuevas modelos, de cada vez más temprana edad, que han presentado las 25 colecciones.

Donatella Versace, hermana del modisto asesinado hace un año, ha marcado el tono más abiertamente futurista con una colección de siluetas moldeadas con materiales de reminiscencias tecnológicas que une el mate y el brillante, el satén y los hilos de hierro o de cobre. Frente al metal, además de proponer vestidos perfumados, Olivier Lapidus se interesa sobre todo en las biofibras al tomate o a la mezcla de algas y seda.

Permanentemente inspirado en la pintura española, Christian Lacroix ha dado la campanada con una cortísima colección de recatados vestidos negros que descienden por debajo de la pantorrilla.

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