_
_
_
_

Estar allí anoche

Hay algo que los hace inalterables, sólo orlados por arrugas no se sabe si más fruto del paso del tiempo que de pretéritos desmanes. El caso es que estas arrugas no se perciben en la lejanía de un escenario en el que la distancia los hace diminutos, aun con la digital definición de la pantalla ovalada que acercaba sus movimientos a los espectadores. Patentaron esa inalterabilidad haciendo ese tema que dice "es sólo rock and roll, pero me gusta", sexta canción de un repertorio que no por viejo pierde vigencia.Eso es lo que los Stones hicieron anoche en el Olímpico, decirle a todo el mundo que se puede ser cincuentón y seguir enardeciendo a las masas con canciones y rythm and blues mil veces oídos, temas que no sólo pertenecen a una generación, sino a todas aquellas que les han prestado oídos. Es sólo rock and roll, y para los Stones el rock and roll ya no tiene edad. Poco importó que Let's Spend The Night Together sonase demasiado edulcorada por los coros del trío de apoyo. Tampoco importaba que las canciones de su nuevo disco pasasen sin pena ni gloria por el repertorio, y que el entusiasmo sólo se despertase con piezas como Paint in Black (estupenda versión con toque psico-hindú) o Simpathy for The Devil, caramelos que todos los allí presentes querían chupar. Es la suerte de los Stones: el mundo es goloso.

Más información
Los Stones encienden con 'Satisfaction' a 55.000 personas en Barcelona

No se sabe si en el mundo puede más lo dulce o el deseo de ver que alguien mantiene el tipo cuando siendo un gamberro se ha sobrepasado la cincuentena. Keith, el espíritu en la sombra, la abandonó tal y como estaba previsto, para cantar sus temas, demostrar que lo hace como una almeja y que en realidad es estar en la sombra lo que le cuadra. Fue igual, el público también aplaudió. Así también se sabía la posterior aparición de un telescópico y enorme puente por el que el grupo transitaría hasta el escenario dispuesto en medio de la pista, donde tocaron la vibrante y anunciada Little queenie, una de las piezas que querían recordar a las almas allí presentes que ellos, los Stones, también fueron un día jóvenes y ásperos, oxidados y cortantes, desafiantes y un poco anónimos. Todo estaba previsto, pero todo funcionó emocionalmente, que es de lo que se trataba.El caso era estar allí.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_