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Crítica:ROCK | ROLLING STONES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pelín bajos de tono

El recinto no registró aforo completo, ni mucho menos, en la actuación que ofrecieron anoche los Rolling Stones en Vigo. Si bien todos los asistentes, de múltiples edades y condiciones, sí mostraron desde su entrada al estadio una identificación pura y plena con la música y la actitud de sus Satánicas Majestades, se apreciaron numerosas calvas en las gradas de asiento y sobre el tapado césped se podía disfrutar con relativa comodidad del espectáculo.La actuación de los teloneros, de día, coincidió con el ordenado acceso de los espectadores. Apenas 40 minutos de música a cargo de los Seahorses, la banda en la que milita el guitarra de los extinguidos Stone Roses, y el escenario se vació para permitir a los subalternos la preparación de la aparatosa maquinaria que rodea las evoluciones de Jagger, Richards y compañía.

A las 10.25 horas y sin que la luna hubiera hecho de todo su aparición, la banda de rock por excelencia hizo una estruendosa entrada a los acordes de Satisfaction. Casi desde el principio se notó que el ambiente del concierto no iba a registrar altas temperaturas, exhibiendo al grupo al concreto, una indolencia que, aunque nunca traspasó los límites de la corrección profesional, sí restó pasión a una celebración en la que el fuego interpretativo está llamado a suplir otras carencias. Por decirlo de modo llano, los Stones estuvieron un pelín bajos de tono.

Con el repertorio ocurrió lo que casi siempre: que los temas nuevos tienen un valor siempre solapado por la avalancha de las canciones más antiguas. Let´s spend the night together, Gimme shelter -en la que, por cierto, no se ponían de acuerdo a la hora de entrar; será que no se la saben-, Miss you, el extraordinario y recuperado Live with me,... todas ellas iban pudiendo siempre más que los temas del Bridges to Babylon entero.

El viejo e irónico Keith Richards gozó también de su momento de gloria, interpretando él solito dos canciones en medio del cariñoso fervor popular. Después llegó el baño de multitudes, con la banda caminando hasta una pequeña plataforma instalada en medio del público. El sorprendido público les admiraba a menos de dos cuartas y con la boca abierta. Ahí se produjeron algunos de los momentos de verdad del concierto y también las mejores instantáneas de la velada: Little queene the last time y el secuestrado Like a Rolling Stones de Bob Dylan, interpretado con tanta convicción que ya merecería ser de ellos.

Todo esto convino en la preparación de la letanía de éxitos, todas canciones irreprochables que han marcado a varias generaciones de creyentes en la religión del rock. Y a casita con el dinero en el bolsillo, que el ritmo de actuaciones en esta gira es muy intenso y mucho más, si son tan mayorcitos.

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