El alarde del fútbol base
La Donosti Cup es un alarde de futbolistas. Todos los años pasa revista de armas a más de un centenar de equipos. Este año ha desfilado por San Sebastián un ejército formado por 172 batallones venidos de Europa y América. Es una tropa de 3.500 imberbes combatientes que conquista la capital guipuzcoana durante una semana y después abandona el territorio ocupado. El fútbol es su única cruzada; no hay más contienda que la pelea por un balón de reglamento. La batalla comprende varios frentes. La Donosti Cup, surgida hace siete años con el propósito de "vender la belleza de San Sebastián" con la excusa del fútbol, ha ampliado sus horizontes con el paso del tiempo hasta convertirse en una cita relevante para las categorías inferiores. La fórmula trasladada desde Suecia (la Gotia Cup de Goteborg), donde el carrusel competitivo reúne a 26.000 participantes de 1.200 equipos, está provocando un fenómeno similar en San Sebastián, con una salvedad notable: "aquí nunca podremos pasar de 200 equipos porque la infraestructura de alojamientos e instalaciones nos lo impide", advierte Iñigo Olaizola, director de la Donosti Cup. Concentrar a 3.500 jóvenes de 12 países no ha sido una estrategia premeditada, si bien es cierto que la organización perfiló el objetivo de engordar la cifra original de 35 equipos con que comenzó su andadura en 1992 este torneo de fútbol base. La competición tiene un sesgo singular: aún persiste el espíritu romántico que subordina la victoria a la participación. "En nuestro ánimo está inculcar a los equipos el principio de la deportividad, el fair play y la convivencia humana", comenta Olaizola. El mestizaje futbolístico enriquece el campeonato. La combinación de escuelas balompédicas dispares permite explorar los esfuerzos que invierten los países en las edades formativas. El gambeteo de los brasileños contra la robustez de los finlandeses, el ingenio de los argentinos frente a la practicidad de los austríacos. Mimar a los futbolistas en ciernes puede llevar a alcanzar grandes satisfacciones. El Athletic se proclamó el viernes en París vencedor imbatido del torneo Nike International Cup Sub-14. El equipo, dirigido por el ex delantero rojiblanco Ernesto Valverde, se impuso en la tanda de penalties al Tahuichi de Bolivia. La fórmula de Vitoria En Vitoria existe una competición idéntica, aunque con una pizca menos de solera: la Gasteiz Cup. Ayer terminó la tercera edición, en la que han tomado parte 75 equipos de siete países: Italia, Grecia, Portugal, Argentina, Rumania, Andorra y España. La representación colombiana, que se debía unir al grupo, no pudo viajar a última hora, según informa Eduardo O. de Arri. A lo largo de esta semana, 1.500 jóvenes de entre 8 y 18 años han competido en 200 partidos. Todos ellos aspiran a ganarse la vida con el fútbol y hay participantes en anteriores ediciones que ya rozan con las manos su objetivo. Algunos han dado el salto al Alavés juvenil, el subcampeón de la Copa del Rey.
Brainer Da Silva, la estrella
Brainer Da Silva tiene ocho años. Levanta menos de metro y medio del suelo, pero ha sido el futbolista más simpático y el más habilidoso de la Donosti Cup. Su desparpajo dentro y fuera de las canchas ha causado sensación, hasta el punto de ser elegido portador de la antorcha olímpica en el desfile inaugural. Brainer ha seducido a todos. Llegó de Venezuela, aunque es oriundo de Brasil, hijo de Joaquín Da Silva Fariñas, que jugó como profesional en el mítico Flamengo de Brasil. La pasión por el fútbol de su padre le llevó a trasladarse con su familia a una modesta localidad venezolana llamada Maturín, a 500 kilómetros de Caracas. Allí es uno más de la escuela de fútbol Da Silva Fariñas, creada por su padre. Su edad le impide compartir vestuario con el equipo cadete de Venezuela, pero ha encontrado acomodo en el San Patricio de San Sebastián. En el intermedio de los partidos relaja sus músculos encadenando 200 golpes seguidos en tres minutos sin dejar caer el balón. "Juego en el centro del campo y me gustan los regates y el fútbol de habilidad", explica Brainer. Es un aficionado a los vídeos de Pelé, Zico y Maradona, y admirador de Ronaldo. Brainer y sus compañeros venezolanos aseguran en 1999 volverán a vender rifas para pagarse el viaje y disfrutar de su pasión por el fútbol.
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