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La Virgen recurre al "prêt-à-porter"

Paola Dominguín ha desfilado por las pasarelas más extravagantes del planeta. En el Líbano lució modelitos con el inquietante tableteo de las ametralladoras de fondo. Pero el escenario que se topó el jueves por la noche en Valencia no dejó de asombrarla. Esta vez había que actuar en el antiguo lecho de un río, todas las modelos vestían trajes de seda artesanal como la que se utiliza en las cortinas y en los trajes de fallera, y a pie de pasarela estaba el delegado del Gobierno tomando fotos a diestro y siniestro. En fín, qué se le va hacer, debió pensar. "Me han tocado el punto débil", justificaba entre bambalinas. "Me llamó Francis [Montesinos, su amigo y valedor en el mundo de la moda] y se trataba de hacer algo por la Virgen". El dinero recaudado en el acto con una rifa de panyuelons -mantones confeccionados con seda- se dedicará a la restauración de la Basílica de la Virgen. Una treintena de modistas valencianos se esmeraron con las tijeras para diseñar modelos de alta costura, prêt-à-porter y novia con seda del taller de los hermanos Miralles en Burjassot. Una carpa hizo las funciones de macrocamerino, con una actividad frenética de maquilladores, peluqueros y modistas retocando a las modelos como Patricia Pascual, una espigada estudiante de Pedagogía de 22 años. "Lo difícil es tener padrinos", confesaba. ¿Pero qué hacía el delegado del Gobierno reconvertido en fotógrafo? Carlos González Cepeda, en mangas de camisa, esperaba un tanto nervioso la aparición de su hija sobre la pasarela. ¡Allí está! Assumpta González, estudiante de Enfermería de 22 años, salió con un vestido rojo, tan barroco y aparatoso como su peinado. La joven se contoneó con modos profesionales y obedeció la consigna paterna: "Tú, sonríe". Y su padre, emocionado, se entregó de forma compulsiva a ampliar el álbum familiar. A su alrededor, más de 2.000 personas abarrotaban el patio de butacas instalado bajo la luna llena en el Jardín del Turia, junto al Palau de la Música. La responsable del auditorio, Mayrén Beneyto, se jactaba de que ni la actuación de Antonio Canales ni el concierto del Palau habían mermado la asistencia al desfile. Un evento catalogado por la presentadora como "uno de los puntos fuertes de la Feria de Julio". A algunos ciudadanos, que tomaban la fresca por los alrededores, les parecía un espectáculo un tanto "elitista". Al final, salió a escena Paola, vestida por Montesinos como una novia vaporosa, que se llevó tras su estela los últimos destellos de los flashes.

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