_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Glosas desordenadas

Electoralismo: No parece que ningún partido pueda escapar a esta acusación en fechas electorales. Haga lo que haga cualquiera de ellos siempre recibirá de los demás ese reproche. Lo vemos aquí, entre nosotros. Es electoralista la ruptura del pacto de gobierno por el PSE, electoralista el diálogo entre el PNV y HB, electoralistas serían incluso los funerales de los concejales asesinados. Para qué seguir. Sería inutil pretender que los partidos no tomaran iniciativas para atraerse a su electorado, pero aun presuponiéndoles intenciones espúreas, conviene tener en cuenta otras variables al valorar determinadas actuaciones políticas: su coherencia, su necesidad, su oportunidad, sus consecuencias. Bajo esta luz, no todas las iniciativas presuntamente electoralistas tienen el mismo valor. Electoralismo: en ocasiones, cortina de humo que trata de invalidar una actuación, evitando su análisis en profundidad. Coincidencia. Dije en otra ocasión que el descubrimiento de que pactar y coincidir pudieran ser sinónimos estrictos tendría consecuencias fecundas en el discurso de nuestros políticos. Las está teniendo, y entre nosotros ya no se pacta, sino que únicamente se coincide, con lo cual resulta que todos los gatos son pardos, y que cualquier votación en que participe HB tiene efectos desestabilizadores. Entre las consecuencias perversas de esta interesada confusión de términos, mencionaré dos fundamentales. La primera sería la de pretender evitar toda coincidencia con HB, actitud con la que se cuestiona de facto la participación parlamentaria de ese partido. La segunda, la de camuflar los pactos con HB como si no fueran tales, en un claro ejercicio de fraude democrático. Símbolos. En opinión de algunos, también la Constitución sería un símbolo en este país de símbolos. Por supuesto, un simbolo negativo en este caso. Carezco de capacidad para comprender cómo puede constituirse en símbolo un texto básico en el que se fundamenta toda nuestra ordenación jurídica. Más que de un símbolo, digamos que de lo que se trata en realidad es de un fantasma. Una presencia activa que asume en sí todos los contenidos de una amenaza. Una ley democrática -por mejorable que sea- se constituye así en lo innombrable en el país en el que esa ley está en vigor. Pueda ser que esta puesta en cuestión permanente de la ley sirva para definir otro hecho diferencial, pero los riesgos que acarrea esa actitud están a la vista de todos. Redondo. La decisión del PSE de abandonar el Gobierno vasco puede ser cuestionable, por supuesto, pero no carece de fundamento. El desmarque de sus socios de gobierno en las últimas votaciones parlamentarias -y no sólo en la de la enmienda sobre el acatamiento de la Constitución- constituían ya motivo suficiente para abrir una crisis. ¿Por qué ahora? La razón está clara. Nunca antes sus dos socios habían manifestado de forma tan evidente su querencia hacia otro partido ajeno a la coalición de gobierno y con el que parecían mostrar mayores "coincidencias". Una situación así es motivo de crisis en cualquier sitio. La actitud de Redondo ha sido arriesgada, pero puede ser clarificadora de cara al futuro, sean cuales sean los resultados de las próximas elecciones. Impresentable la intervención de Miguel Ángel Rodríguez, portavoz del Gobierno español. Amparo. La situación de acoso a que está siendo sometido el PP en Euskadi supone un atentado gravísimo contra los fundamentos mismos de la democracia. La salvación de ésta pasa hoy en Euskadi por la salvación del PP. He votado a diversos partidos a lo largo de estos últimos años; nunca al PP, y tampoco tengo intención de hacerlo ahora. A pesar de ello, pienso que nuestra tarea democrática más urgente reside en garantizar la pervivencia de ese partido, y eso exige poner todo lo que está a nuestro alcance para asegurar la integridad de sus cargos públicos. Propongo a este respecto una medida que, aunque resulte extremosa -y difícil, por lo que tiene de heroica- no es en absoluto descabellada: que además de por la escolta policial, los concejales del PP vayan siempre acompañados por un concejal de otra formación política. Propongo incluso que se les hospede en las casas de los otro concejales. Nada más elocuente que esta medida para mostrar su solidaridad, nuestra implicación en la defensa de la democracia, y para proteger a los acosados. También para manifestar de qué lado estamos los unos y contra quiénes están en realidad los otros.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_