Asignatura
Un cura de religión, en Toledo, pasó a sus alumnos un vídeo antiabortista en el que se atribuía capacidad intelectual e inclinaciones sufridoras a un embrión que era troceado sádicamente. Un entretenimiento pornográfico dirigido a niños de 14 años, que enseguida estarán listos para buscar perversiones venéreas evocadoras de las mismas brutalidades en las que son educados. La Iglesia es una excelente proveedora de material lúbrico. De hecho, en las tiendas especializadas en sado venden idénticos cilicios a los que los curas ocultan con fervor en sus mesillas de noche. Si a ello añadimos las imágenes de santos y santas en cuyos rostros se confunde el dolor físico con el arrebato extático, comprenderemos enseguida la división escolástica entre pornografía y erotismo.Pues bien, el vídeo mostrado por el sacerdote de Toledo, que quizá se había puesto un cilicio bajo la sotana para festejar el pase, es porno duro. Seguramente no hay en Madrid ni en Nueva York un sex shop donde los psicópatas tengan acceso a tales barbaridades. En caso contrario, la justicia caería sobre el establecimiento y metería a sus dueños en la cárcel. El cura de Toledo, que nosotros sepamos, continúa libre, publicitando nuevo material: "Quizá no era adecuado para esta edad", ha dicho, "pero me fui a lo más flojo, hay otros vídeos más fuertes". Este hombre de Dios está echado a perder. Quizá tenga una ferretería inspirada en las orgías sexuales de la Inquisición. Disciplina inglesa, en fin, tolerada, mientras que el duque de Feria se pudre en la cárcel por sacar unas fotos de niñas en plan Lewis Carroll cutre.
Uno no era partidario de que existiera una asignatura alternativa a la enseñanza de la religión, pero, visto lo visto, ahora nos parece absolutamente necesaria. ¿En dónde hay que firmar?
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